Son varias las coincidencias de esta cinta con los escándalos mediáticos que dan relieve a personajes del medio audiovisual. Una chica busca la oportunidad de penetrar en ese exclusivo mundo, con valiosas recompensas excepto las productoras del amor recíproco y su autenticidad.El cine norteamericano nos ubica en el populoso y multifacético Nueva York, en la película de Peter Bognadovich: de Hollywood y Broadway en su época dorada. Isabella Patterson es el personaje femenino de fácil encuentro. En este caso es con Arnold Albertson que vive el preludio de estrenar una obra teatral.Todo, de apariencia intrascendente, se traslada al plano familiar produciendo múltiples complicaciones que llegan al nivel siquiátrico convirtiendo la comedia frívola en drama de prostitución, con manejo mediático que robustece causas y consecuencias con afectación moral.Un ingrediente, de manejo magistral en la película, es la soledad individual dentro de la multicultural sociedad neoyorkina con mayor intensidad subyugando al individuo, como ocurre en las urbes metropolitanas. Con sencillez la analogía provoca reflexión en el espectador, sin distinción de sexo y delirio colectivo. La condición humana da sentido protector y amigable con los animales domésticos mostrándonos un giro, un tanto sorpresivo, de aquello diferente y relativamente ajeno al amor, y hasta el sexo, en la pareja convencional.Travesuras del amor da espacio a la reflexión tenaz por el sustento de valores y aquellas opiniones familiares inoportunas que dan lugar al distanciamiento aún dotado de buena intención que contribuye a la ruptura comprensiva en la pareja. Los acontecimientos de la narración son desconcertantes y recurrentes al recuerdo, muchas veces ingenuos, de la niñez conductora de orden con disciplina dentro de la familia. Mismos que causan trascendencia en la vida del adulto.Dios nos guarde de la discordia.sicpm@informador.com.mx
