Lunes, 21 de Abril 2025

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Tonanzin, una joven construyendo su futuro

Por: Jonathan Lomelí

Tonanzin, una joven construyendo su futuro

Tonanzin, una joven construyendo su futuro

Quiero compartir el dilema de Tonanzin, una tapatía de 19 años del programa Jóvenes Construyendo el Futuro.  

Antes abro un paréntesis. 

Este es el cuarto programa social de AMLO que más subsidio federal recibe de un total de 16 programas prioritarios. Busca vincular a «ninis» de entre 18 y 29 años con empresas y negocios de cualquier tipo. Allí, idealmente, se capacitan a cambio de un apoyo de 5 mil 283 pesos mensuales. 

El programa ha operado entre escándalos. 

La Auditoría Superior de la Federación documentó falta de controles y supervisión, lo que favorece una operación fraudulenta entre particulares y becarios. También investigaciones periodísticas han denunciado que estos «ninis» engrosan la burocracia como Servidores de la Nación.   

Pero volvamos al caso particular de Tonanzin. 

Empezó a trabajar a los 14 años. Antes de convertirse en becaria, trabajó como ayudante de albañil por 4 mil pesos al mes; cantó rimas de hip hop en camiones y sacaba hasta 700 pesos en un día; también atendió una tienda de ropa en Medrano por 5 mil pesos mensuales. 

Ahora como becaria de Jóvenes Construyendo el Futuro es recepcionista y gana más que en sus anteriores trabajos. Se enteró del programa por insistencia de su mamá que simpatiza con AMLO y, de hecho, es una promotora informal del programa. «Trabajan. No les dan nada gratis», dice la mamá.   

Tonanzin reparte así su mesada: dos mil pesos para su mamá, ahorra otros mil y el resto «para camiones, comida y lo que vaya faltando». 

A veces lee un libro discretamente en las horas muertas de la recepción. «Me gusta mucho leer. Estoy tratando de entender la rama de la mitología griega». 

Con cierto prejuicio, le pregunté si era posible aprender algo como recepcionista. Me sorprendió su respuesta: «Me ha ayudado a tener orden, a trabajar en equipo, a abrirme más con la gente». Por iniciativa propia, actualizó el directorio de extensiones, algo que, increíble, nadie hizo antes de ella. 

Tonanzin tiene sólo la prepa abierta. Vive en el Oriente de Guadalajara con su madre, su tío y su pareja, todos en casa de sus abuelos. 

De niña quería ser veterinaria. De hecho, en un primer intento quiso ser ayudante de veterinario en Jóvenes Construyendo el Futuro, pero la rechazaron por problemas en la plataforma. 

El 21 de junio se acaba su beca. 

Y enfrenta un dilema: buscar otro trabajo o estudiar. Se le ocurrió que criminalística es una buena idea: «De repente empecé a odiar a los vivos y dije: mejor con los muertos», ironiza.   

-¿Pero entonces qué harás en junio? 

-Eso es lo que últimamente me he preguntado -responde tras un largo silencio.   

Sería un error generalizar las deficiencias o aciertos de una política pública a partir de Tonanzin. Pero también sería un error ignorar los aspectos que su historia revela de nuestra realidad como sociedad y las alternativas que ofrecemos a los jóvenes que quieren construirse un futuro. 

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