Miércoles, 24 de Abril 2024

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Todo es humo y polvo

Por: Martín Casillas de Alba

Todo es humo y polvo

Todo es humo y polvo

Para Fernando Muro.

“Las imágenes seleccionadas por el recuerdo son arbitrarias, pequeñas e indomables como esas que la imaginación ha forjado y la realidad ha destruido”, escribió Proust en Sodoma y Gomorra el cuarto volumen En busca del tiempo perdido y, de esta manera, podemos conocer mejor los mecanismos de la memoria cuando trae a la conciencia algunas imágenes al azar que luego conectamos con otras que, de alguna manera, se relacionan.

El narrador experimentó una catarsis a los pocos días de haber llegado al Gran Hotel de Balbec sin la abuela quien hacía un año había muerto en París. Una tarde, cuando se desamarraba sus botines se soltó llorando sin poder contenerse: había pasado un año para que sintiera el golpe de su ausencia como le pasó a Joan Didion con la muerte de su marido y de su hija que luego lo cuenta en El año del pensamiento mágico.

Al narrador de Proust se le vienen imágenes, gestos y caricias de la abuela que son parte del duelo, hasta que un día se da cuenta que las palabras de la abuela no son más que un eco de las suyas, un reflejo de su propio pensamiento y así, poco a poco, se fue apaciguando su dolor como parte del duelo ayudado, sin duda, por la presencia de la joven Albertina.

Pero lo que más le preocupaba era que “las perturbaciones de la memoria están ligadas a las intermitencias del corazón” y, como estaba delicado de salud, y tenía una sensibilidad a flor de piel, sabía cómo es que le afectaban los recuerdos de su abuela y los besos o la desnudez de Albertina.

No le interesaba la realidad, ni tenía deseos de ver el azul del mar, ni escuchar el golpe de las olas, ni saber si el día estaba claro o nublado; no quería hablar con la gente y sólo se preocupaba de las alteraciones en su corazón.

Hasta que se da cuenta que “los muertos ya no existen sino en nosotros” y reconoce que somos “incapaces de recrear un momento de su vida real” y esto es lo que conecto con el poema Hoy domingo de Jomí García Ascot quien estuvo casado con María Luisa Elío, musa de El balcón vacío cuando ‘paraba el tráfico’, como decía Jaime Muñoz de Baena, con su esplendor juvenil.

Lo que escribió Proust está implícito en ese poema dedicado a sus padres que insistí estuviera en la Antología personal que publiqué en 1983 y que imagino lo compuso inspirado en esto que escribió Proust pues, donde confirma la imposibilidad de recrear un momento de la vida real de sus padres:

¿De qué he hablado hasta ahora,
de qué?
Todo era cierto, lo era,
y todo es humo y polvo.
Mueren los hombres, pero también mueren las moscas,
y las hojas
y las lágrimas se secan
y el papel se vuelve amarillento y quebradizo
y el limpio algodón de las sábanas
donde hicieron el amor
se ha podrido, bajo la tierra.
...
De qué carajos he hablado si no he sido capaz
de decir cómo los quise
y que aún, por la tarde, hoy Domingo,
a solas
he cogido su mano
y he andado con ellos, despacio,
alrededor de la lámpara.

El corazón se puede amortiguar si nos desahogamos y podemos ver las cosas desde otra perspectiva gracias al azar de esas imágenes y la “percepción que registra la inherente coherencia y conectividad de las cosas”, como decía Octavio Paz, con lo que podemos encadenar recuerdos e ideas sin importar que duren un eterno mínimo, sobretodo si nos atrevemos a cantar y recordar a los amigos y sus obras y algo tiene que ver con nuestra propia experiencia.

Sí, ‘todo es humo y polvo’, como dice Jomi y por eso nos desesperamos de no poder revivirlos como eran, balbuceando a veces mientras tratamos de decir cómo es que los queríamos tal y como hemos tratado de hacerlo desde hace tiempo.

(malba99@yahoo.com)

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