Martes, 23 de Abril 2024

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Tierra de nadie

Por: Eduardo Escoto

Tierra de nadie

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El Centro de la ciudad se ha convertido desde hace meses en zona franca para actos delincuenciales, particularmente durante las madrugadas, en que las amplias zonas que paulatinamente han sido desprovistas de actividad vecinal y aún de circulación de automotores quedan a merced de cualquier vándalo.

Mobiliario y piezas de arte urbano, así como edificios de valor patrimonial han sido víctimas de esta situación. El grafiti en las columnas del Teatro Degollado o el incendio iniciado en la Biblioteca Iberoamericana son ejemplos recientes y bien conocidos.

En este panorama es que hace unos días se suscitó el robo de la placa metálica que acompañaba el busto de Ludwig van Beethoven ubicado en el pequeño jardín de San Agustín, a las afueras del Departamento de Música de la Universidad de Guadalajara.

La escultura fue colocada en este sitio en 1990, tras las gestiones que el comité directivo de la sociedad de alumnos de dicha escuela realizó ante el entonces alcalde, Gabriel Covarrubias Ibarra. La pieza se encontraba originalmente presidiendo la calle del fraccionamiento Monraz que lleva el nombre del compositor, y es obra del escultor jalisciense Juan José Méndez (1936-2015), autor de las estatuas de Colón, el “Amo” Torres o los Niños Héroes, entre muchas otras representativas del paisaje urbano tapatío.

Al frente del comité estudiantil se encontraba Blas Jasso, quien recuerda la buena disposición de Covarrubias hacia el proyecto, que en parte tomaba fuerza por la conmemoración del aniversario 220 del natalicio de Beethoven. No obstante —explica Jasso— los estudiantes debieron cubrir algunos costos, como era precisamente el de la placa. Para ello se organizaron colectas, recitales y otros eventos artísticos. Así, el 29 de septiembre del citado año se efectuó la develación del busto, ante la presencia de autoridades municipales y universitarias, y con la participación de ensambles formados por los alumnos de la escuela.

Cabe señalar que ya en el pasado se perdieron de forma similar la placa original que identificaba la estatua de Federico Chopin que donó el gobierno de Polonia en 1964 (hoy almacenada), y aquella colocada en la pequeña plaza ubicada en el cruce de Prisciliano Sánchez y Degollado como homenaje al compositor Gonzalo Curiel, por parte de el Gobierno del Estado en 1961.

De vuelta al presente puede observarse la cantidad de letras metálicas que han sido arrancadas de diferentes pedestales de las estatuas localizadas en la rotonda de los jaliscienses ilustres, indicativo fehaciente de la desatención y la impunidad que imperan.

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