La sentencia de muerte por escrito se lee aún en las paredes del edificio de Arcos de Zapopan en donde vivió Luz Raquel Padilla: “Te voy a quemar viva”. Durante dos años la violencia cercó por todos lados a Luz Raquel. Sus redes sociales son un angustioso relato del día a día de una madre cuidadora con un hijo autista de 11 años. Todos la violentaron. Sus vecinos, su ex pareja que se negaba a darle más tres mil pesos mensuales de pensión alimenticia por cuidar a Bruno 24/7; las instituciones a las que acudió pero no la ayudaron y evaluaron torpemente el riesgo. Luz Raquel se comportó como una “buena víctima” de feminicidio en este país: denunció ante la autoridad, pidió ayuda a todas las instituciones, ventiló su caso y cumplió su papel hasta la muerte. Alcanzó la viralidad digital, insuficiente para transformar su realidad. Su muerte debe abrirnos los ojos. Uno: el guion feminicida no ha cambiado. En 2019, Vanessa Gaytán fue apuñalada por su esposo frente a Casa Jalisco. Ella tenía una orden de protección y había denunciado. Iniciaba el sexenio. El gobernador prometió justicia y atención al problema. Nada ha cambiado. Dos: Luz Raquel formaba parte de Yo Cuido México, una red solidaria de cuidadoras primarias de personas con discapacidad que pugnan por el reconocimiento constitucional de su labor. Un día antes del ataque que la mató, acudió a un evento en Zapopan para instalar un Sistema Integral de Cuidados. Se fotografió con la diputada local Gabriela Cárdenas y la senadora Martha Tagle. En esa frontera sutil entre un uso político del tema y la realidad de las mujeres cuidadoras, Luz Raquel entregó su vida. Es tiempo de abrir el debate para instalar una red estatal de cuidados sin autoría ni nombres. Una política pública real, efectiva y eficiente. Hay que sacar de la sombra y la discriminación a las madres cuidadoras. Tres: los ataques con ácido o sustancias corrosivas son la forma más visible, cruel y extrema de violencia hacia mujeres, y hasta hace unos años no existía en México. Alarma su aumento. Solo esta semana, una joven de 24 años en Nuevo León sobrevivió a un ataque con ácido en el rostro. En la última década se han registrado 28 víctimas de este tipo, según la Fundación Carmen Sánchez. Sólo 22 sobrevivieron. Todas tenían entre 20 y 30 años. El 96% de los casos sigue impune. Finalmente, la sed de justicia de la clase política llega hasta que están muertas. En uno de sus videos, Luz Raquel coloca en un pequeño tazón, frente a un altar, una Flor de Jericó, capaz de secarse por completo y volver a resurgir cuando entra en contacto con el agua.Mientras la flor renace, suena un estribillo: Flor que da fulgor/ con tu brillo fiel/ mueve el tiempo atrás/ volviendo a lo que fue/ quita enfermedad/ y el destino cruel/ trae lo que perdí/ volviendo a lo que fue. Que la muerte de Luz Raquel no sea en vano.