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Se impone Ureña en la corrida de San Isidro Labrador en Madrid

Por: El Informador

Se impone Ureña en la corrida de San Isidro Labrador en Madrid

Se impone Ureña en la corrida de San Isidro Labrador en Madrid

Por Patricio Fernández Cortina

Martes 15 de mayo de 2018. Ante una Plaza de Las Ventas llena, el día de la fiesta del santo patrono de Madrid, San Isidro Labrador, partieron plaza “El Fandi”, Paco Ureña y López Simón, para lidiar seis toros de la ganadería Puerto de San Lorenzo, todos de color negro, en general bien presentados, aunque algunos acusaron mansedumbre y debilidad en las manos. El escenario no podía ser mejor: la plaza de estilo arquitectónico neo mudejar, considerado ya como tradicionalmente hispánico, lucía llena, y ahora sí, el viento y la tarde se prestaron para la lidia.

“El Fandi” destacó como es costumbre con las banderillas, pero eso no es suficiente, pues al toro hay que hacerle faena, siempre que se preste, y matarlo bien para aspirar a las orejas. Con el primero, que perdió las manos después de ir al caballo y en la muleta dos veces más, esperó paciente a que Ureña le hiciera un quite por gaoneras, y luego no fue posible cuajarle faena ya que el toro tenía un recorrido errante, e iba con la cabeza en alto, por lo que tuvo que matarlo con estocada que fue tendida. El toro fue pitado en el arrastre. El segundo fue un toro muy alto, difícil por tanto de bajarle la cabeza, picado de modo tan deficiente que el público coreó a una voz al picador: “¡Qué malo eres!” No hubo tampoco faena y la estocada igualmente fue tendida.

El gran triunfador, sin duda, fue Paco Ureña. Por desgracia pinchó a su primer toro, y con ello se le fue la puerta grande, pues al segundo le cortó una oreja. Muy bellas verónicas le hizo al primer toro, rematando con una media que produjo el primer olé de la plaza, que sonó como un estruendo de mar. Lo toreó por naturales profundos, y también con derechazos flexionando el cuerpo hacia atrás, en esa postura que ya se sabe suya. La faena fue ajustada y tranquila, pero al pinchar se le fue la oreja. La lidia al segundo toro no tuvo la calidad de la primera. Sin embargo, el torero se jugó la vida. A la hora en que el Sol ya sólo pegaba en la grada y la andanada, luego de un pase de pecho de gran belleza, colocó al toro para la suerte de la espada y al tirarse a matar fue cogido y arrollado por el astado, que además le pisó la pierna. Como la estocada fue colocada en buen sitio, Ureña se levantó eufórico de la arena y fue hasta el toro para verlo caer. Y como el toro se resistía, el torero comenzó a aplaudirle y el púbico se sumó al aplauso que, al morir el toro sobre la arena, se convirtió en una fiesta de pañuelos blancos, concediendo el presidente una oreja. Ureña besó la arena y se resguardó en el burladero.

Para López Simón no fue una buena tarde. Al primer toro, salvo algunos pases por la derecha, no pudo ligarle más, por la errancia del animal. Mató descabellando, después de un aviso. Con el segundo toro, bien presentado, estuvo perdido en una lidia sin estructura y sin ideas. Fue tan aburrida que en un momento el público se puso a corear “¡Viva San Isidro Labrador!”, “¡Viva la fiesta brava!”, “¡Viva España!”, mientras, en el ocaso de la corrida, el torero culminó la lidia ante la indiferencia del público que ya pensaba en salir de la plaza para continuar con la celebración del santo patrono.

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