Estados Unidos está impulsando un rediseño estratégico de la economía global con el objetivo de reducir su dependencia de Asia, particularmente de China, en sectores clave de producción. Este fenómeno, conocido como relocalización geopolítica, busca fortalecer las cadenas de suministro en América del Norte y representa una oportunidad histórica para México.Durante décadas, la producción a bajo costo en Asia —especialmente en China— fue la piedra angular de la globalización. Facilitó un aumento del consumo global y abasteció de insumos críticos a industrias estadounidenses, canadienses y europeas. Sin embargo, las crecientes tensiones comerciales entre Washington y Pekín, que se intensificaron desde la administración de Donald Trump y se han mantenido con Joe Biden, encendieron las alertas sobre la vulnerabilidad de depender de un solo proveedor estratégico.La pandemia de COVID-19, y más recientemente los conflictos geopolíticos en Europa del Este y Medio Oriente, reforzaron esa percepción. Según un informe del Departamento de Comercio de EE.UU. (2023), más del 70% de las empresas manufactureras estadounidenses planean reubicar parte de su producción fuera de Asia en los próximos cinco años. En este nuevo reordenamiento, México se perfila como uno de los principales beneficiarios.La relocalización estratégica se enfoca en sectores clave: semiconductores, productos farmacéuticos, industria aeroespacial, automotriz, energía renovable (como baterías y paneles solares), y manufactura de acero y aluminio. México ya tiene participación en todos estos sectores, aunque en niveles variados. Por ejemplo:Automotriz: México es el cuarto exportador mundial de autos ligeros y el principal proveedor de vehículos a EE.UU., según la International Organization of Motor Vehicle Manufacturers (OICA).Aeroespacial: el país cuenta con más de 350 empresas del sector, principalmente en Baja California, Querétaro y Chihuahua, según la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA).Semiconductores: si bien la infraestructura actual es limitada, ya hay anuncios relevantes. En 2024, la Secretaría de Economía firmó un memorándum con Intel y otras empresas para fortalecer esta cadena de valor en el norte del país, aprovechando el CHIPS Act estadounidense.Farmacéutica: México produce alrededor del 70% de los medicamentos genéricos que consume, y se ha incrementado el interés por atraer inversión en ingredientes activos farmacéuticos (API), hoy altamente concentrados en China e India.Este nuevo mapa económico no se limita a inversiones privadas. Estados Unidos, México y Canadá han fortalecido sus compromisos en el marco del T-MEC. En enero de 2023, en la Cumbre de Líderes de América del Norte, se acordó profundizar la integración industrial con énfasis en energías limpias, movilidad eléctrica y seguridad tecnológica.El contexto no podría ser más favorable para México. Nuestra ubicación geográfica, la experiencia en manufactura de exportación, los tratados comerciales y una creciente clase técnica capacitada representan ventajas difíciles de igualar. Además, según la OCDE, México es el país con mayor grado de integración a la economía estadounidense dentro del G20, con un 81% de sus exportaciones dirigidas hacia ese mercado.Sin embargo, no basta con tener potencial. La clave estará en la capacidad de coordinación entre empresas, universidades, gobiernos estatales y el gobierno federal. Necesitamos infraestructura logística moderna, energía confiable y limpia, seguridad jurídica y políticas industriales activas.Ejemplos como los Polos de Desarrollo para el Bienestar, derivados del Plan México y la construcción de centros de datos y hubs logísticos en Jalisco muestran el camino. Pero el reto será que esta transformación no se concentre solo en unos pocos estados, sino que contribuya a reducir las profundas desigualdades regionales del país.La relocalización geopolítica es más que una moda o un ciclo económico. Es una tendencia estructural que redefinirá el comercio global en los próximos 10 a 20 años. Y aunque los escenarios políticos en EE.UU., Canadá o México pueden cambiar, el enfrentamiento económico con China no desaparecerá: seguirá siendo el motor de esta transformación.México tiene ante sí una ventana de oportunidad única para acelerar su desarrollo industrial, diversificar su economía, y cerrar brechas históricas de desigualdad.