Viernes, 26 de Abril 2024

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Raymundo "Pelón" Rodríguez, el mejor de todos

Por: José Rodolfo Castro

Raymundo

Raymundo "Pelón" Rodríguez, el mejor de todos

“Café, cerveza, té, cigarros”, gritaba el vendedor, un niño con los productos en una charola de plástico, los que hacía unos instantes le había despachado don Roberto, quien debió atender la dulcería de la Arena Coliseo desde su inauguración en 1959.

El “Pelón”, Raymundo Rodríguez, buscaba la oportunidad, algunos momentos, para ver el boxeo que desplegaban en el cuadrilátero de Medrano 67, desde los preliminaristas hasta los estelares, sin descuidar la atención a sus clientes.

Ante sus ojos se presentó lo mejor de lo mejor de los años 1970, arte que lo inspiró para aprender los conocimientos boxísticos en el Gimnasio Arce de la Arena Coliseo.

Muchos de los aficionados que presenciaron el debut profesional de Raymundo “Pelón” Rodríguez, en 1976 le ganó a Julián Alanís en el embudo local, lo hicieron con emoción, aquel niño vendedor de café y cerveza, ya un adolescente, y que seguía trabajando para la dulcería de don Roberto, no los defraudó, habían presenciado el nacimiento de un potencial ídolo y campeón del mundo.

Boxeador que nació para serlo, con naturalidad exhibía técnica, velocidad, sus combinaciones eran oportunas, todo lo hacía fácil. Tenía temperamento, pegada, también aguante. Un fuera de serie. El mejor de todos. Y por si faltara algo, tenía carisma.

El “Pelón” creció con la generación de los hermanos Bejines y Martínez, dinastías de época, de los años 1970 y 1980. La química de Raymundo con el público hizo clic desde su primer round disputado. Ganaba peleas y bajaba del ring local para vender café, té, cerveza. Los aficionados lo admiraban, le pedían autógrafos, su popularidad crecía, y por sus gallardas exhibiciones ya lo subían en hombros para darle la vuelta por ring side, ante el reconocimiento del público que lo ovacionaba de pie. Al diamante lo estaban puliendo para cosas grandes.

Es lo de siempre, el séquito de aduladores que envuelven a los triunfadores, y al “Pelón” lo nublaron, lo treparon al ladrillo, y se mareó. Ya no entrenó con el mismo entusiasmo y disciplina, las fiestas no le fallaron y en las grandes peleas perdió. Lo noqueó Óscar Bejines, otro peleadorazo egresado de la Colonia Morelos, en 1981 en la Ciudad de México. Y aquí Raymundo, prácticamente jugó con Rodolfo “Dorado” Martínez, pero perdió por puntos con el hermano mayor del “Azabache” y “Húngaro”, también en 1981. Mismo año que cayó por decisión con Jorge Ramírez, disputaban el campeonato nacional gallo en la Coliseo de Guadalajara. Otras cuatro derrotas en su palmarés y el retiro.

El “Pelón” siguió estropeándose el físico en plazas muy pequeñas del país, rancheando. En los años 1990 apareció muerto en una camioneta, que era su casa, en una colonia de Guadalajara. Y por ahí estaré atisbando.

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