Viernes, 06 de Diciembre 2024

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Quién es ese lopezobradorista con el que discutes

Por: Ivabelle Arroyo

Quién es ese lopezobradorista con el que discutes

Quién es ese lopezobradorista con el que discutes

Ya llegamos al 18 electoral y la política está caliente. Los amigos empiezan con la pregunta: ¿y quién crees que gane?, y antes de escuchar, en tres minutos ya están gritando que el PRI destruyó al país, que Morena destruirá las siguientes generaciones y que ya todo está arreglado para que los malos sean más malos que nunca, porque a ver, ¿quién crees que va a ganar? 

Y la verdad es que no sabemos quién va a ganar.

No, no sabemos. No lo sabe Peña, no lo sabe Trump, no lo sabe el contacto que es amigo de un amigo del gobernador y le contó a alguien de MC que ya sabía porque vio unas encuestas. 

Claro, hay prospectiva. Hay trabajo político previo, alguien hace sumas y restas, todos vemos las encuestas y hay millones de pesos que juegan. Yo, como todos, veo el status quo defendiéndose y, como todos, veo que en Jalisco va adelante MC, que en el país lleva ventaja López Obrador y que en la Ciudad de México Morena saca dos cabezas, pero eso es hoy y la historia está llena de hoys que cambian, de predicciones políticas que se cumplen y de predicciones políticas que valen gorro.  

Y no es malo no tener certeza. De hecho es maravilloso, porque es señal de que una rondana del engranaje de quinta de nuestra democracia sí funciona: la incertidumbre. Al menos eso tenemos. 

Lo que sí preocupa es lo que pasa en nuestras calles y en los muros de Facebook, entre nosotros, no en el cuarto de guerra de Enrique Alfaro o Miguel Castro. Los políticos están peleando por una curul, un gabinete completo, el poder estatal. Pero los ciudadanos, ¿por qué pelean? ¿Por el futuro del país? ¡Eso no lo pelean ni los candidatos! Fíjense cómo lo frasean: van por la gubernatura, por la presidencia, por una senaduría, por la alcaldía de Guadalajara. No he escuchado a ninguno, nunca, decir que va por el mando único, el salario mínimo, el socialismo, el neoliberalismo o los animales. No. Van por el cargo y luego ya verán con este qué hacen.

Pero en nuestras mesas pasa otra cosa: parece como si los lopezobradoristas que comen con nosotros fueran a crear la guardia nacional, como si los meadebelievers jaliscienses fueran mafiosos con relojes de cinco millones y como si los jóvenes que creen en Anaya tuvieran departamento en Atlanta.

¡Y no! Son mexicanos normalísimos. No vivirán en Los Pinos ni despacharán en Casa Jalisco. Cada uno de los interlocutores con los que el debate se pone caliente en redes, en cafés, pondrá en una urna un voto. Eso es todo. Es muchísimo, pero es sólo un voto. ¡Vean a los políticos! Mientras nosotros arrastramos pérdidas de cariños desde el 2006, ellos se juntan, cambian de adversarios, se invitan a sus bodas y se hacen visitas en la cárcel. 

La política es caliente y hay que discutir. Discutamos. Pero no olvidemos que ese amigo con el que discutimos no es el corrupto, el mesías o el gandalla por el que nosotros no queremos votar.

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