Fue muy duro y triste lo que ocurrió en el estadio La Corregidora de Querétaro.Como mexicanos y como aficionados al futbol costó trabajo asimilar que eso ocurría en el lugar en que vivimos, y en estadios que están aquí y a los que hemos ido.Al revisar la transmisión de un canal de paga y los testimonios de aficionados que estaban ahí todo parece indicar que se trató de una emboscada perfectamente planeada.Simultáneamente, y justo al minuto 60 del partido, grupos de vándalos con camisetas del Querétaro empezaron a correr desde dos frentes, golpeando todo lo que tuviera colores rojinegros, y acorralando al grueso de la porra atlista.Una tragedia.Muy impactante para miles de personas que estaban ahí, amantes del futbol que habían ido a disfrutar su sábado por la tarde, y entre quienes había numerosas mujeres y niños.Cuando el futbol mexicano parecía haber recuperado a esos públicos en las tribunas estos hechos violentos los alejarán y quizás indefinidamente.Muy impactante.Pero hay una segunda tragedia que de hecho ya estamos viviendo: el olvido de lo que ocurrió el sábado.Olvido a todos niveles.Una vez pasada la indignación y atención de los grandes medios en el asunto, cada vez es menos lo que se habla del incidente.El ataque lo realizaron cientos de barbajanes pero son pocos los detenidos y seguramente irán saliendo poco a poco ante la indiferencia general.Quizás este fin de semana en los partidos que se jueguen habrá emotivos momentos de solidaridad con las víctimas de las golpizas y mensajes de unión de la buena afición, pero hasta ahí.En un país donde la justicia es torpe y lenta, caracterizada por la incapacidad y la simulación, lo que vimos por televisión y en cientos de videos en redes sociales quedará impune, como tantas otras cosas.Quizás en los estadios se aumente la presencia policial durante un tiempo, y se refuercen las mallas que dividen a las aficiones, pero hasta ahí.Y tanto federativos como dueños están conscientes que no pueden aplicar las nuevas tecnologías de seguridad que se piden a gritos para identificar a los aficionados.El futbol mexicano se empobreció durante la pandemia, y lo vemos en lo acotado de los planteles y otros gastos, y no tendrían cómo enfrentar esas exigencias.Querétaro el sábado fue un reflejo a escala de lo que es el país donde a sus anchas operan los malandros de todas las escalas, desde el robo de celulares en la calle, hasta carteles de la droga y huachicoleo.Pero también será el reflejo de la otra gran historia del país, la que apunta a que más del 95 por ciento de delitos que se cometen quedan en total impunidad.Y que después vienen el olvido y la amnesia.platapi@hotmail.com