Muchos se envuelven en la bandera del conservadurismo como quien se cubre con una cobija vieja en una noche de tormenta: por miedo, por costumbre, por no saber qué más ponerse. Pero, dime: ¿Eres conservador porque veneras a los antepasados… o prefieres servir a los amos del presente? ¿Es defender la tradición… o proteger a quienes temen perder sus privilegios?En teoría política, el conservadurismo no es solo una añoranza del pasado: es la arquitectura del poder vertical, el castillo donde pocos mandan desde la torre y muchos obedecen desde el fango. Los conservadores tienen una vocación y un afán oculto por codiciar el poder para unos cuantos, si no es que para sí mismos.No es el amor a las raíces, sino el miedo a que el bosque crezca libre. Es preferir el mármol inmóvil a la savia viva. Es congelar la historia en los vitrales de una catedral, mientras se cierran las puertas del ágora al pueblo. No quieren incluir a los que piensan diferente y gozan con manipular al pueblo con demagogia y propaganda.Muchos gobiernos conservadores se disfrazan de demócratas, pero solo te permiten elegir el color de las cadenas. Hablan de orden, pero su orden es silencio y a callar la pluralidad. Hablan de valores, pero sus valores cotizan en la bolsa. Hablan de libertad, pero solo si es la suya.En cambio, los verdaderos progresistas no ofrecen paraísos instantáneos, pero abren las ventanas para que entre el viento de lo nuevo, de lo diferente, del debate y la diversidad. No temen al mosaico de voces, ni al temblor del cambio que suele hacer crujir los cimientos podridos del ego.Tú, ¿qué defiendes en verdad? ¿La serenidad de lo conocido… o la dignidad de lo compartido? ¿La cómoda obediencia… o el riesgo de una justicia auténtica?No te definas por lo que oíste en los medios ni por lo que dice el cura o el patrón. Mira al fondo de tu alma: ¿conservas porque amas… o porque temes?Recuerda que una sociedad no se salva por guardar reliquias, sino por encender lámparas que iluminen el porvenir. Entre mejorar conjuntamente o bañarse de privilegios unos cuantos y repartir migajas para que la prole no se alebreste.Definamos nuestra postura, u otros nos impondrán la suya.