Viernes, 19 de Abril 2024

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Providencia más secuestrada

Por: José M. Murià

Providencia más secuestrada

Providencia más secuestrada

¡Pobrecito de mi barrio! Tan a gusto que era… Deje usted a un lado las aglomeraciones, pero sí tome en cuenta la inseguridad: ésta proviene de la miseria que nos rodea, de la delincuencia organizada y también de los consabidos juniors que circulan en sus cochesotes a la velocidad y en la dirección que les da la gana.

Claro está que coadyuva a la problemática el conjunto de bares, cuyos encargados se pasan por el arco de triunfo normas de convivencia básica: el derecho de los residentes a estacionarse y de no tener que vivir entre sobrecogedoras cantidades de decibeles.

En este sentido, cabe reconocer que se cuenta con la ayuda de los parroquianos de la iglesia llamada “de la Madre de Dios”, que también se estacionan donde quieren, invadiendo impúdicamente camellones y cocheras.

Recientemente el secuestro de Providencia va por cuenta de promotores deportivos

Recientemente el secuestro de Providencia va por cuenta de promotores deportivos, tales como los que cobran y medran con ello desde el H. Ayuntamiento.

Con excesiva frecuencia, sin decir “agua va” y planeándolo sin tomar en cuenta a los habitantes de tan sufrida urbanización, organizan carreritas para que suden quienes acumularon suficiente alcohol o calorías durante la semana y no se consigue que vayan a quemarlas donde no estorben al próximo.

Este servidor y sus vecinos, con excesiva frecuencia y sin previo aviso, nos encontramos secuestrados simplemente sin poder salir de casa y llegar a nuestro destino, por importante que este resulte, gracias a que se generan “circuitos atléticos” que, a manera de murallas, simplemente no permiten el paso.

El derecho constitucional y humano a la circulación queda vilmente coartado por obra y gracia de unos cuantos funcionarios voraces e incompetentes que, con el auxilio de la fuerza pública, cierran todas las posibilidades de salida.

Hace un par de semanas, por ejemplo, sin poder averiguar a “santo de qué” y por las pistolas de seudo promotores del deporte; entre grasientos y obesos competidores, un médico, con la ayuda de unos cuantos vecinos, tuvo que romper las cadenas a la brava, con peligro de un daño mayor, para acudir al Hospital donde tenía a un enfermo en la plancha, esperándolo para ser operado.

¿Ustedes creen que hubo una reacción racional por parte de las cancerberas? Pues no. Tal parece que solamente entienden por la fuerza…

Hace unas semanas se recurrió al mismo procedimiento para que un padre primerizo pudiera sacar del hoyo a su esposa parturienta, que a punto estuvo de dar a luz sin poder cruzar Montevideo y Pablo Neruda. Todo ello aparte de problemas menores a ciudadanos que tienen compromisos que atender y quedan maniatados por tal caterva de prepotencia.

La ciudadanía ya está hasta el olote. No nos sorprendamos que haya incidentes mayores en el futuro si continúa esta perniciosa costumbre.

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