Viernes, 29 de Marzo 2024
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Populismo o democracia

Por: Luis Jorge Cárdenas Díaz

Populismo o democracia

Populismo o democracia

La democracia es tan antigua como la cultura griega, en tanto que el populismo tiene su inicio formal después del Gobierno fascista de Benito Mussolini en  Italia. Por populismo entendemos un régimen de Gobierno que intenta buscar apoyo en las masas populares y que pretende defenderlas. Es una corriente política que utiliza los derechos humanos y el poder de las multitudes para luchar contra la clase privilegiada. El populismo no es una doctrina social, el término se utilizó más bien en sentido peyorativo. No puede considerarse como una doctrina política, sino más bien como una estrategia que se aprovecha de la falta de cultura de las masas.  La  demagogia es la estrategia que mueve y complementa al populismo, es el motor que empuja a la masa para convencerlos en el sentido que le convenga al líder con supuestas promesas de igualdad social que pretende favorecer a los más débiles a base de planeamientos irracionales contra los racionales.
El populismo pretende ganar la simpatía del pueblo para utilizar su voto con el objeto de ganar el poder y de conservarlo, no obstante, no pretende atacar al capitalismo. Una vez conseguido el objetivo busca alianzas con todos los enemigos que se cruzaron en el camino de la lucha por el poder.

Técnicas populistas de movimiento de masas fueron utilizadas tanto por Trump como por López Obrador y les dieron buenos resultados. Ambos se postularon como un liderazgo alternativo ajeno a la clase política de la que ya estaba cansado el pueblo. Se promete atender las demandas insatisfechas, el resentimiento político contra una clase gobernante abusiva y  lo hace articulando las demandas insatisfechas, el resentimiento político, y la marginación. Enfoca sus discursos en contra del enemigo común, ya sean los emigrantes en EU o la oligarquía y la plutocracia en nuestro país. Se aprovecha del momento en que el pluripartidismo debilitó a la democracia; del abuso del poder para saquear el presupuesto, repartiendo el dinero en programas de difícil veracidad, ayudándolo a sostener una cargada e inútil burocracia y partidocracia.

Mientras  que la democracia, que tanto se pregona como lo mejor que tenemos para gobernarnos, deja en manos del pueblo la solución de gobernarlo; entendiendo por pueblo, los ejidatarios, comuneros, campesinos, obreros, pequeños empresarios, jóvenes estudiantes, maestros  y baja burocracia, serían las fuerzas que ostentarían el poder por ser la mayoría. La democracia no es elitista, no escoge a los más calificados, es la mayoría y por lo general se equivoca.
Ante este panorama no nos queda más que voltear a ver a los países que han alcanzado niveles de prosperidad superiores y lo han hecho con gobernantes dictatoriales, como Augusto Pinochet en Chile, Vladimir Putin en Rusia y Porfirio Díaz en México en el siglo pasado y recientemente Lee Huan Yew en Singapur, que acabó  con la corrupción con mano de hierro, aplicando una reforma judicial con penas muy severas. Creó empleos por medio de empresas estatales eficientes como Singapur Airlines que es ejemplo para las demás líneas aéreas; una reforma educativa que logró que los maestros se dedicaran a enseñar y los alumnos a aprender. 

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