Viernes, 26 de Abril 2024

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Peña Nieto: epitafio de un Gobierno entreguista

Por: Rubén Martín

Peña Nieto: epitafio de un Gobierno entreguista

Peña Nieto: epitafio de un Gobierno entreguista

El sexenio del priista Enrique Peña Nieto será recordado por llevar a su punto más alto la guerra y la violencia, la corrupción y el entreguismo a los intereses de Estados Unidos y del gran capital trasnacional y mexicano.

Por eso un buen epitafio del sexenio que terminó ayer, es la vergonzosa entrega de la Orden del Águila Azteca a Jared Kushner, yerno del presidente Donald Trump y asesor senior de la Casa Blanca. La ceremonia ocurrió en Buenos Aires, que fue la sede de la reunión del G-20. Hasta allá llevo Peña Nieto la insignia, la medalla y el diploma que reconoce a un extranjero por servicios prestados al país. Según el Gobierno de Peña Nieto, el cuñado de Trump fue una pieza clave para la renegociación de la nueva versión del tratado de libre comercio de México con Estados Unidos y Canadá. Sólo unos cuantos en Los Pinos vieron esos supuestos servicios.

Lo que vimos la mayoría de los mexicanos fue un acto de vergonzoso entreguismo a un Gobierno y un político que ha agredido y despreciado a los mexicanos; un Gobierno que se destaca por sus rasgos racistas, xenófobos y claramente fascistas.

Pero no es conveniente quedarnos en las anécdotas. Más allá del vano esfuerzo de Peña Nieto de agradarle a Trump, en realidad en el Gobierno que recién terminó se prosiguió una política de supeditación de los intereses de México a la agenda estratégica de Estados Unidos, entre otras cosas sacando adelante la Reforma Energética que el Gobierno estadounidense venía empujando desde décadas atrás. Es una agenda que va más allá del personaje que ocupe la Casa Blanca. No hay que olvidar que en agosto de 2015, el sitio DesMog dio a conocer que “Como responsable de la política exterior de Estados Unidos, Hillary Clinton impulsó con colaboradores suyos la privatización de la industria energética mexicana, concretada por el Gobierno del Presidente Peña Nieto”.

No es sólo la presión para que México se abriera al capital privado, especialmente en el sector energético. En el sexenio de Peña Nieto también continuó la agenda de seguridad norteamericana, claramente hegemonizada y dictada por Estados Unidos.

Junto con la supeditación de la soberanía mexicana, con las reformas estructurales Peña Nieto fortaleció la legislación que propicia dinámicas de acumulación de capital por despojo, que aceleró la mercantilización y privatización de territorios y bienes comunes para las corporaciones privadas.

Y es aquí donde la entrega de soberanía y las políticas neoliberales y despojo se anudan con la guerra. La violencia organizada, desplegada ya sea por fuerzas armadas públicas o grupos armados privados, ha servido en amplias zonas del país para reorganizar territorios, desplazando poblaciones asentadas en regiones codiciadas por industrias extractivas, turísticas, inmobiliarias o para megaproyectos estatales. No puede ser mera coincidencia que el sexenio donde más avanzó el despojo, sea a la vez el sexenio con el pico más alto de la guerra en México que deja un saldo de 130 mil muertos, 38 mil desaparecidos, y su cauda de masacres, fosas clandestinas y centros de exterminio. Y todo bajo un inmenso manto de impunidad y corrupción. El que acaba de terminar ha sido, sin duda, uno de los gobiernos más nefastos de la historia del país.

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