Viernes, 19 de Abril 2024

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Para seguridad, la que tenemos en Palacio

Por: Daniel Rodríguez

Para seguridad, la que tenemos en Palacio

Para seguridad, la que tenemos en Palacio

La avioneta Cessna que el domingo invadió el espacio aéreo restringido de Washington, D.C. y que se estrelló en el estado de Virginia -donde murieron sus cuatro ocupantes- ha encendido las alarmas y han provocado dudas sobre la eficiencia con la que puede actuar el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD).

Aunque pueden pasar meses para tener una respuesta sobre las causas del accidente de parte de la Junta Nacional para la Seguridad en el Transporte (NTSB), las fotografías tomadas desde un avión F-16 de la Guardia Nacional muestran que el piloto de la avioneta estaba desvanecido en su asiento, especulando que pudo tratarse de una despresurización de la cabina lo que provocó que los cuatro ocupantes hayan perdido el conocimiento, y por esa razón no se respondiera a los intentos de contactarlos desde la torre de control ni de los 16 aviones supersónicos que lo seguían.

La inquietud que ha surgido en Washington es sobre el tiempo en que dilató el NORAD en entrar en acción ante la emergencia, ya que los sistemas de seguridad empezaron a operar 90 minutos después del reporte de que se había perdido contacto con la aeronave -que volaba desde Elizabethton Municipal Airport en Elizabethton, Tennessee, con destino al Long Island MacArthur Airport en New York-, mientras que otros se preguntan: si el avión ya había invadido espacio aéreo de Nueva York y el área restringida de la capital estadounidense -donde se encuentra la Casa Blanca y el Congreso-, por qué no se siguieron los protocolos de acción. Una de las primeras respuestas -no oficiales-, según informó Cristina Londono, corresponsal de la cadena de televisión Telemundo, fue porque el avión volaba a 30 mil pies de altura. Sin embargo, la primera impresión que se tiene sobre el incidente y que provocan dudas sobre la respuesta que se tuvo a la emergencia es si el sistema de Defensa Aeroespacial funcionó de acuerdo a los protocolos o estos fallaron.

Pero estas dudas sobre sistemas de seguridad no solamente surgen en Washington, lo mismo sucede en Moscú, donde el pasado 3 de mayo dos drones explotaron a escasos centímetros de altura de una de las cúpulas del Kremlin, que fue calificado por las autoridades rusas como un “intento de asesinato” contra el presidente Vladimir Putin. Según fuentes rusas, los artefactos fueron destruidos por la defensa antiaérea del complejo gubernamental. Sin embargo, uno de los drones estalló sobre la bóveda, causando un leve incendio y daños menores, ya que el artefacto era de pequeñas dimensiones. Pero, ¿y si no?

Las dos capitales -Washington y Moscú- que se supone son unas de las más protegidas en el mundo, con estos incidentes han empezado a generar dudas sobre la eficiencia de sus sistemas de seguridad para proteger las sedes del poder y símbolos de esas naciones.

Lo bueno es que aquí en México el problema lo tenemos resuelto. Permanente hay vallas chicas de seguridad en el perímetro de Palacio, pero ante cualquier amenaza o protesta mayor en contra de Palacio Nacional y su inquilino, solamente se da la orden a la jefe de gobierno Claudia Sheinbaum, e inmediatamente se envían a decenas de trabajadores de la ciudad a colocar vallas metálicas sólidas de tres metros de altura alrededor del histórico edificio y lo único que se escuchan son los gritos, pero no hay daños y está seguro el edificio y quien allí habita. Como quien dice, ‘le hacen lo que el viento a Juárez’. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net
 

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