Jueves, 28 de Marzo 2024

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Pacta sunt servanda

Por: Cesáreo Escobedo

Pacta sunt servanda

Pacta sunt servanda

No hay que perder objetividad. A un día de dar su primer informe de Gobierno, muchas de las promesas hechas en la toma de posesión y las acciones de López Obrador parecen seguir en la misma sintonía. La calidad y la beneficencia que nos brindará el cumplimiento de dichas promesas como mexicanos son variables dependiendo de nuestras necesidades e intereses. Si el Presidente está tomando o no el enfoque correcto para beneficiar a la mayor cantidad de mexicanos haciendo una colocación de recursos apropiada y de la manera más eficiente es otro tema.

Dentro de sus spots publicitarios para el primer informe de Gobierno, López Obrador constata: “No es por presumir pero soy un hombre de palabra. Los compromisos se cumplen.” El Ejecutivo hace alusión a un principio conocido de derecho, aquel de pacta sunt servanda. La anterior locución latina significa “lo pactado obliga” y es un principio fundamental de la teoría general de los contratos. En el presente caso, lo pactado obligaría al Presidente a cumplir no la mayoría, sino todas y cada una de las promesas que hizo al tomar posesión.

Existen una serie de promesas que sí se encuentran dentro de los alcances del Presidente, entre ellas, el haber formado la Guardia Nacional, el tomar medidas para ampliar la educación en zonas marginadas, o incluso el no haber vivido en los Pinos. Hay otras promesas, sin embargo, que lamentablemente están fuera de su alcance y buenas intenciones. El prometer que habrá un auténtico Estado de Derecho y que se acabará por completo con la corrupción, son algunos ejemplos.

El hecho de que López Obrador afirme que la corrupción será tema del pasado y que se respetarán en todo momento los principios de la primacía de la ley es peligroso. Como discurso político, es excelente pero del dicho al hecho hay un gran trecho. El pensar que la corrupción desaparecerá mágicamente cuando en México 44 de 58 derechos humanos siguen siendo violados sistemáticamente es iluso.

Tenemos la obligación de distinguir entre una aspiración utópica y una promesa alcanzable. Por supuesto que se tiene que trabajar para mitigar los citados problemas, pero para ver resultados se necesitará de tiempo, trabajo arduo y paciencia, no un discurso político.

López Obrador incluso llegó a decir que en el caso de que Morena se corrompa, renunciaría y pediría que se le cambiara el nombre al partido. Esperemos que el Gobierno se encamine cada día más a cumplir las promesas que nos beneficien a todos y que éstas no sobrepasen al Presidente en los años por venir. Las multicitadas promesas inalcanzables son una amenaza que pueden hacer que el Ejecutivo pierda credibilidad a largo plazo. Pacta sunt servanda. 

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