Viernes, 29 de Marzo 2024
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No señor Presidente, su enfermedad si importa

Por: Daniel Rodríguez

No señor Presidente, su enfermedad si importa

No señor Presidente, su enfermedad si importa

Muy al margen de conocer sobre la vulnerabilidad de los sistemas de ejército -por los ciberataques-, sobre lo comprometida que está la seguridad, de los riesgos que se corren al dejar expuestos las tácticas y estrategias militares, lo que más debería preocupar es el ocultamiento de la condiciones de salud en que se encuentra el presidente de la República.

Si bien es cierto que desde enero 24 ya teníamos conocimiento del cateterismo a que fue sometido López Obrador - que él mismo lo informó en la mañanera-, se ocultó que 22 días antes tuvo que ser trasladado en ambulancia aérea desde su rancho en Chiapas a la Ciudad de México “con diagnóstico grave”, según revelan los documentos obtenidos por Latinus y difundidos por Carlos Loret de Mola.

La duda que queda es saber si fue cierto -según lo dijo el mismo presidente el 10 de enero- que se contagió de Covid por segunda ocasión o si estaba en recuperación de esa emergencia médica con estado de “grave”, además de no haberse informado -como sucede en cualquier democracia cuando hay un problema médico con su mandatario- con el padecimiento de gota que le fue diagnosticado el 1 de septiembre del año anterior, así como con hipotiroidismo que le fue encontrado el 22 de diciembre del año pasado.

“Si estoy enfermo”, dijo el presidente de forma sarcástica ayer en su conferencia matutina, lo que puede ser entendible y comprensible para una persona de 68 años (noviembre 13 de 1953). Y quiso amortiguar señalando que “es del dominio público” -su enfermedad-, pero no era del dominio público su emergencia que pudo tener otro desenlace. Su enfermedad no es irrelevante por quien es y lo que representa, aunque él lo quiera hacer como algo muy normal como lo dijo ayer.

La salud del presidente importa porque es parte de la estabilidad y seguridad del país. Porque cualquier cosa que le suceda -en caso extremo- puede provocar una desestabilización política, máxime ahora que estamos tan polarizados y más divididos que nunca.

El pasado 24 de enero cuando López Obrador habló del cateterismo a que fue sometido, hizo referencia a que ya tiene preparado su testamento político, para que “en caso de mi fallecimiento se garantice la continuidad en el proceso de transformación y que no haya ingobernabilidad en el país y que cosas se den sin sobresaltos sin afectar el desarrollo del país, garantizando siempre la estabilidad y el que se avance en el proyecto que iniciado”. Sin embargo, hay que recordarle al presidente, que en caso de que faltara -no lo deseamos-, hay procedimientos constitucionales que hablan del protocolo a seguir en caso de que faltara por alguna circunstancia y no necesariamente seguir ‘al pie de la letra’ el testamento político que haya dejado. El artículo 84 de la Carta Magna dice muy claramente: “En caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo...”.

Aquí lo más importante -por ahora- es recordarle al presidente -que quiere minimizarlo- que su salud si importa a México, porque por lo que sabemos no pasa por su mejor momento, lo mismo que sucede con el país, que transita por un camino muy sinuoso.

¿Usted, qué opina?

Daniel Rodríguez
daniel.rodriguez@dbhub.net

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