“Malparidas”, “lame botas del gobernador”, “ojalá secuestren y maten a uno de tus hijos a ver si no hacías lo mismo”, “sexoservidoras (la palabra es otra, una de cuatro letras) del sistema”… esos fueron sólo algunos de los insultos que recibieron al menos 30 trabajadoras de la Policía Vial, del Estado y del municipio de Guadalajara, que respetaron la instrucción de estar al frente de Palacio de Gobierno la tarde del pasado sábado para recibir a los integrantes de la manifestación a la que se convocó ese día. Eran por lo menos mil personas las que se llevaron la sorpresa de encontrarlas ahí. El grupo enardecido que gritaba consignas por la muerte de Giovanni López en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos el pasado 4 de mayo, y el regreso con vida de personas desaparecidas, avanzaba poco a poco hacia la puerta de la sede del Gobierno del Estado. Las servidoras públicas se acercaron entre ellas, se tomaron de los brazos para formar una cadena y aguantaron, por lo menos tres horas, los conatos de violencia, el sol y la temperatura de 38 grados. Firmes, enteras, mirando al frente, no titubearon en ningún momento. Dentro del edificio se observaban elementos de la Policía estatal, hombres que intentaban ver al exterior cuando se abría la puerta principal. Esta acción les valió, cada que abrían y cerraban rápidamente el ingreso, el impacto de botellas de vidrio y latas de cerveza de parte de los manifestantes por estar resguardados, detrás de ellas. Llegó la polémica sobre si estuvo bien o no ponerlas como escudo. En redes sociales incluso no faltó quien expresara que era un error hacer énfasis en ellas y su trabajo, porque si se reclama igualdad, habría que soportarlo. Ayer el gobernador aseguró en una entrevista por televisión que esa estrategia (mujeres al frente) siempre la implementan, “porque se trata de eso, se trata de mandar un mensaje de que aquí no queremos pelear”.Y entonces apelando a la congruencia de la administración estatal, ¿por qué no permitir a más mujeres de forma activa la participación pública y de toma de decisiones? ¿Por qué no romper con la sospecha de las cuotas? ¿No hay cuadros para hacerlo? ¿O prefieren seguir perpetuando la leyenda de las “Juanitas” (término que también ha sido considerado machista y se utiliza para nombrar a aquellas mujeres que ejercen cargos públicos sin autonomía, bajo las órdenes de sus jefes varones)? En este caótico año que nos demuestra cada día que la reinvención es lo más razonable para sobrevivir, la inédita crisis de gobierno y seguridad que enfrentamos obliga como nunca a pagar las grandes deudas que se han acumulado, desde las condiciones de igualdad social y laboral hasta la extrema violencia en contra de las mujeres.Por cierto, las mujeres que estaban al frente de Palacio de Gobierno, a pesar del riesgo, no portaban ninguna protección especial, sólo su uniforme. Ojalá que el trabajo de ellas y muchas otras deje de ser solamente parte de una conveniente y pasajera estrategia para contener en tiempos de crisis. Somos y merecemos más que eso.
