Jueves, 18 de Abril 2024

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Milton y la política

Por: Lourdes Bueno

Milton y la política

Milton y la política

Recurrir a los clásicos, quizá para salir del pantano que la política está siendo,  resulta enriquecedor porque ofrece una diversidad de análisis distinto. Esta vez fue John Milton y su poema El paraíso perdido, especialmente la parte de la seducción, una de las más bellas de su obra. Y cuando Milton habla de las argucias que se urden para atrapar a Eva, la mente hizo un giro que recordó los modos y usos de la actual política electoral para atrapar incautos ciudadanos…

Asi en Italia, luego de las recientes elecciones, ha ganado el populismo que,  como diría en Vargas Llosa, está de moda en demasiadas partes del mundo, sin recordar los peligros que invoca. En Italia, tocará hacer acuerdos entre grupos antagónicos para construir gobernabilidad. Pero sea cual sea la combinación, el fantasma de la xenofobia ha sido revivido. Ciudadanos seducidos por “las palabras de los dioses”, diría Milton, han sido usadas por políticos que buscan su pedazo de poder, y han despertado a la terrible criatura que yacía dormida. 

“Una nueva y bella imagen”, dijo la serpiente del Paraíso Perdido… “y sus palabras henchidas de malicia, encontraron una entrada demasiado fácil a su corazón” cuando le dijo a Eva, “ya no repto por la tierra y he dejado de ser silente, ahora puedo hablar como los dioses…” Y con esa figura nueva y con tales palabras prestadas, dice Milton, logró el poder que seduce, que envuelve, que viaja a través de los oídos al corazón para corromper el alma inocente.

El alma ciudadana… porque en la política actual esa misma seducción es usada para contaminar la razón, “el regalo de Dios”, y romper la inteligencia del ciudadano para alcanzar el poder más oscuro que es, sin embargo, el más tangible.

“Nueva imagen” para engañar, dice Milton. Nuevo ropaje de los de izquierda que se visten de derecha, de los de derecha que se disfrazan de izquierda… Y Lozano, antes del PAN y hoy con vestimenta tricolor, confirma lo que López Obrador llama los moches de Anaya. Y entonces, su actuar resulta traición: traición a la ciudadanía por su complicidad de entonces, y traición al partido que lo encumbro, ahora. O Fernández de Cevallos subido a la ideología naranja-azul-amarilla hoy, tardíamente, destapa el torcido manejo de Fox contra AMLO.

“Palabras prestadas” las de Anaya en su plagio que si bien en el estricto sentido no es, porque dio la referencia del autor de las ideas, sin embargo, y aquí es donde el diablo mete su cola, no resulta una presentación original cuando la mayor parte del contenido es ajeno. A esto se le debió llamar transcripción. Así, las críticas tienen razón, Anaya no propuso, no presento sus ideas, expuso las buenas ideas de otro en una transcripción que no ofreció una propuesta económica, ni política, menos social innovadora. Y usando ese “silencio” que aborrecía Milton, la voz de Anaya no denunció los acuerdos de impunidad entre los partidos de la alternancia, cuando pudo hacerlo.

Y el ciudadano ha quedado atrapado entre las argucias de los muchos que erguidos a base de puntales le prometen tocar el reino de los dioses…vano ofrecimiento que no podrán cumplir. Pero tienen que llegar al poder cueste lo que cueste, aunque el alma de la nación sea perdida.

Entonces, unos trucan para cuidarse del infierno si la oposición gana, otros engañan con ropas blancas, los demás juntan huestes entre los demonios de todos los infiernos. Y el ciudadano, como la Eva seducida, será señalado como el culpable final de la elección.  

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