Viernes, 26 de Abril 2024

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Miguel Castro, el hombre espejo

Por: Ivabelle Arroyo

Miguel Castro, el hombre espejo

Miguel Castro, el hombre espejo

Si alguien cree que Miguel Castro es aquél joven que llegó a gobernar Tlaquepaque cuando el PRI no tenía fuerza, o aquel político que rompió lanzas con la influencia del Güero Barba, o aquél diputado local que encabezó los trabajos de los tricolores, está muy equivocado.

En el momento en que Miguel Castro aceptó —o buscó o le cayó— ser el abanderado del PRI para el Gobierno de Jalisco, dejó de ser el hombre que es para convertirse en un ser multifacético y esquizofrénico, un ser con poderes que nunca había tenido y vicios que no se le conocían. Castro es, de aquí al 1 de julio, un ser casi mitológico que existe sólo en el Olimpo de los partidos que juegan a las elecciones cuando aún tienen el poder. Casto es ahora el hombre-espejo.

Cuando fue elegido por las fuerzas vivas del PRI (cualquier cosa que eso todavía signifique), su personalidad y trayectoria inclinaron la balanza. Es un hombre joven, sin pecados capitales conocidos, con rostro limpio e identificación con el equipo de Aristóteles Sandoval. Tiene un perfil similar al de Antonio Meade para la Presidencia y los tricolores apostaron a esa carta, la del hombre que cae bien. Pero en el momento en que lo registraron, su personalidad y trayectoria se desdibujaron y pesan prácticamente cero.

Miguel Castro es hoy un hombre espejo. Sigue siendo él, pero es además todos los demás priistas con los que cada elector de Jalisco se topa en su vida diaria

Miguel Castro es hoy un hombre espejo. Sigue siendo él, pero es además todos los demás priistas con los que cada elector de Jalisco se topa en su vida diaria, en su relación con el gobierno, en su acercamiento a la prensa. En el rostro de Castro se refleja el juego de todos los que comparten sus siglas partidistas. Con él —es más preciso escribir en él— juegan el Presidente de la República, el candidato José Antonio Meade (otro hombre-espejo), el gobernador de Jalisco, el partido, el candidato para Guadalajara, los diputados locales y hasta los priistas de la historia.

Lo que haya hecho Aristóteles Sandoval se queda en Castro, los memes de Peña Nieto se burlan de Castro, la fortaleza técnica de Meade le da solidez a Castro, las sospechas sobre Nájera recaen sobre Castro, y todo lo que hagan a partir de ahora todos los secretarios del gabinete de Sandoval se irá al espejo de Castro. Todo. Desde un acuerdo espectacular para comercio internacional hasta un error en la cuenta pública, desde comportamientos privados en fiestas desenfrenadas hasta una infracción de tránsito; desde comentarios desatinados en prensa hasta una mala atención en ventanilla.

Esto es lo primero que debe comprender el candidato del PRI, pero sobre todo, es lo primero que deben comprender los tricolores. No tienen un candidato, tienen un espejo, y el resultado del 1 de julio será la síntesis de los reflejos que mandaron durante el sexenio y de los que terminen de enviar desde ahora hasta el 1 de julio. Castro es todo el PRI en Jalisco y todo el PRI en Jalisco es el candidato.

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