Miércoles, 24 de Abril 2024

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Macabro asunto

Por: Jaime García Elías

Macabro asunto

Macabro asunto

Más allá de los desgarramientos colectivos de vestiduras por el macabro asunto (“macabrón”, diría el pariente) que desató una suerte de concurso de titulares periodísticos que parecían remitir a los estantes de una librería en que alternaran las obras de Conan Doyle con las de Agatha Christie y Edgar Allan Poe, con títulos como “El Caso de las Morgues Rodantes” y similares, el meollo del asunto -“the question”, parafraseando a Hamlet- se reduce a lo siguiente: ¿y ahora…?; ¿cuál es la moraleja de la historia…?, ¿qué se supone que debe hacerse a continuación…?

-II-
Lo más fácil es prodigar invectivas contra las autoridades de la Fiscalía General del Estado y del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF), ya no sólo por su incapacidad para esclarecer las circunstancias en que ocurren tantos crímenes y desenredar la madeja hasta identificar, detener y procesar a los culpables, sino simplemente por su falta de tacto para dar un trato digno y respetuoso a los cadáveres que llegan a su jurisdicción. Suponer que designar más peritos que investiguen y habilitar más espacios para depositar los cuerpos, reducirá la impunidad y, por ende, la incidencia delictiva, es ilusorio. No todo se resuelve ampliando -como si fuera cuestión de “enchílame otra”- las partidas presupuestales.
Más allá de los aspectos sentimentales, el asunto, en el plano pragmático, estriba en adecuar las leyes a la realidad. Si ya no es pertinente -como, según todos los indicios, no lo es- la norma que obliga al IJCF a “llevar el control de la admisión, custodia y entrega” a sus familiares de los cadáveres que se le remiten, lo adecuado, lo práctico, lo sensato, modificando la ley, es, una de dos: o implementar los protocolos -hoy por hoy inexistentes- que permitan conservar indefinidamente los cadáveres encontrados en tan lamentables circunstancias-… o seguir el ejemplo de otros estados (Michoacán y Baja California entre ellos): si en un plazo razonable -una semana, digamos-, tras la autopsia de ley, no se reclama un cuerpo, se toman muestras, fotografías y placas dentales que permitan su identificación, y, sin más trámite, se le sepulta en una fosa común, en condiciones que permitan posteriormente su eventual exhumación, nuevos estudios periciales, etcétera.

-III-
No se trata ya, pues, de extender hasta el infinito la guerra de señalamientos y diatribas que el tema ha generado, sino, simplemente, de preocuparse un poco más por el eterno descanso de los muertos… y por la salud de los vivos.
 

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