Domingo, 12 de Octubre 2025

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López-Gatell ¿sirve para lo que sirve?

Por: Diego Petersen

López-Gatell ¿sirve para lo que sirve?

López-Gatell ¿sirve para lo que sirve?

Ahora sí que, dicho en sus propias palabras, López-Gatell sirve para lo que sirve y no sirve para lo que no sirve. Como gestor de la pandemia, desde el punto de vista de la salud, ha sido un desastre, ya hasta sus defensores y aplaudidores del gobierno de López Obrador lo reconocen. Alguien que dijo que 60 mil muertes serían una catástrofe en un país como México lo debieron haber corrido en el momento en que rebasamos las 50 mil y era claro que la tendencia iba al alza; ayer llegamos a las 160 mil y el piloto sigue ahí.

La razón es muy sencilla: el trabajo para el que fue contratado no fue para cuidarnos a los mexicanos sino para cuidar políticamente al presidente, y eso lo hizo muy bien. Si alguien tiene duda de su eficacia, ahí están los números de la popularidad presidencial. Si su chamba hubiese sido cuidarnos a los mexicanos, lo primero que se debió haber hecho era usar todos los recursos del Estado mexicano, comenzando por el Consejo Nacional de Salud, una instancia constitucional que preside el secretario Jorge Alcocer, para coordinar a todas las instituciones y a todos los estados de la República. Era ahí, en un consejo de pares, diverso por naturaleza, con lógica de protección de la salud y no en Palacio Nacional, donde debieron tomarse las decisiones. Desde el momento en que la estrategia quedó en manos de un subsecretario la lógica era otra.

Durante 10 meses, el subsecretario ha puesto rostro y discurso científico a decisiones políticas: nunca se quedó sin respuestas, nunca contradijo al presidente

Durante 10 meses, el subsecretario ha puesto rostro y discurso científico a decisiones políticas: nunca se quedó sin respuestas, nunca contradijo al presidente (fue en todo caso López Obrador quien, en un par de ocasiones, lo desmintió en la mañanera) y siempre justificó lo injustificable, como que el presidente no usara cubrebocas o que éste fuera incapaz de contagiar a alguien, pues en todo caso su contagio era moral.

Los dos países que siguieron la misma lógica de negación de la pandemia, Estados Unidos y Brasil, terminaron cobrándole caro a sus respectivos presidentes el mal manejo de la epidemia: Trump perdió la elección y Bolsonaro tiene el país incendiado. Si bien la popularidad de López Obrador sigue muy alta y mantiene cifras de 60 por ciento de aprobación, cuando se pregunta por el manejo de la epidemia las cifras se invierten: seis de cada diez califica mal a la gestión de salud y a unos meses de la elección intermedia Morena comienza a sentirlo en la calle. 

El contagio y enfermedad del presidente es la gran derrota de López-Gatell: el rockstar de la salud dejó de servir para lo que servía. Ahora para lo que sirve el empoderado subsecretario es como candidato, pero a la hoguera de las culpabilidades (aunque no descartemos que le den una pluri como pago por su servicios a la Patria, faltaba más).

diego.petersen@informador.com.mx

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