¿Se imagina que en medio de esta crisis el jefe o jefa de una empresa le diga a sus empleados que cuando todo pase, cuando se vuelvan a reunir físicamente, los quiere ver más seguros, preparados y con más herramientas para ser mejores?Esta persona al frente de 800 colaboradores -no trabajadores- intentó ganarle a la psicosis colectiva generada por el COVID-19 estudiando, principalmente, trabajos en economía que la Universidad de Harvard publicó de manera gratuita ante la pandemia y que le permitieron tener conocimiento en motivación y manejo de equipo a distancia, reducción de gastos, entre otros. El objetivo era claro: estar lo más preparada posible en momentos inciertos y difíciles como el que vivimos. Lo primero que aprendió es que debía comunicar y estar cerca de la gente, como nunca. Ser transparente y levantar la moral ante la incertidumbre, y si existiera alguna dificultad, ser honesta y decirlo. Para lograrlo, desarrolló una estrategia: realizar una video-conferencia para escucharles, preguntarles sobre sus miedos y luego responder una a una las preguntas de su gente, que iban desde si serían despedidos, si se les reduciría el sueldo, hasta si recibirían utilidades en mayo. La respuesta fue clara, “me conocen, saben que pongo en primer lugar a mi gente y lo que haré es trabajar en cuidar su sueldo y trabajo”.En tiempo récord aprendió que todos los días tenía que implementar nuevas acciones para cuidar a esas personas, a su gente, seguir produciendo con todas las medidas de higiene que exige la autoridad y poner en práctica otra técnica: dividir a todos en dos equipos, azul y rojo con el fin de alternar los días de trabajo para no exponerlos a la calle en los traslados, ya que la mayoría utiliza el transporte público. Aprendió también sobre productos de esterilización y desinfección para las áreas de trabajo y el personal. Los cursos en línea de la universidad le sugerían contar con la mayor liquidez posible para seguir pagando a los colaboradores y proveedores y no perjudicar a nadie por decisiones erróneas en el camino. Tenía en puerta la construcción de una planta de producción, al doble de tamaño que la actual. Decidió postergar unos meses el proyecto y concentrarse en transmitir todo lo que está aprendiendo a sus directores de área, para demostrar que si se trabaja en equipo, con un propósito similar, pasarán este reto. La idea es no permitir que esta crisis termine sin aprendizaje y conocimiento. Ella sabe que debe aprender a trabajar al día con la incertidumbre, esa que define el momento y que desconoce de plazos.Cuando pase esto, quiere ser recordada como una líder comprometida, humana, que apostó por la fortaleza interna (propia y de su gente) antes que el miedo. Esta es la historia de Marisa Lazo Corvera, empresaria con 84 sucursales de venta de repostería y helados, principalmente en Jalisco. Una mujer que busca, crea y sigue pensando en crecer aunque cueste más trabajo y tiempo, porque “encontraremos la forma de seguir adelante”.
