Jueves, 12 de Diciembre 2024

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La estupenda estupidez aeroportuaria

Por: Juan Palomar

La estupenda estupidez aeroportuaria

La estupenda estupidez aeroportuaria

Tirios y troyanos -en su inmensa mayoría- están de acuerdo: tirar a la basura el aeropuerto de México con un treinta por ciento de avance real es una de las más espectaculares y dañinas estupideces cometidas jamás por un gobierno entrante. Los costos siguen aumentando: se habla de varios billones de pesos en pérdidas, reclamaciones, desinversiones actuales y futuras; y puro y simple desperdicio. Stupendo.

Repasemos: no hay mejor lugar que Texcoco, por docenas de razones, para el NAICM. Se hubiera podido emplazar en un lugar menos profundo y más atinado de la cuenca, pero eso ya es otra cosa. El proyecto es de Norman Foster, uno de los mejores arquitectos del mundo, premio Pritzker y experto en aeropuertos, en asociación con un joven arquitecto mexicano: Fernando Romero. El partido del gran edificio es atinado y su funcionamiento ejemplar. Hubiera sido (¿o será?) una de las mejores puertas de entrada a país alguno. No es cierto que sea una construcción “suntuaria”: es digno, y hasta alegre. Pero bien se sabe: del árbol caído todos quieren hacer leña.

De las “opciones” para hacer en otro lado el NAICM ya se ha dicho suficiente: todas son más desventajosas, lejanas, costosas. El “trípode de aeropuertos” (Benito Juárez, Toluca, Santa Lucía) sería un planteamiento simplemente cómico y ridículo si no fuera trágico. Y aquí viene la otra gran tragedia: con el aeropuerto cancelado existe la oportunidad de regenerar todo el vaso de Texcoco (que tiene más área que la bahía de Acapulco), sanear todas las aguas que escurren al lago, llenarlo y contar entonces con un litoral de 80 kilómetros donde llevar adelante un desarrollo urbano sostenible y justo destinado a las clases más desprotegidas.

Devolver la salud ambiental a la ciudad de México, beneficiar directamente a cuatro millones de habitantes y a otros veinte por extensión, contar con uno de los mejores y más eficientes aeropuertos del mundo (en este caso la consolidación de un “hub” latinoamericano): esto es parte de lo que, salvo un golpe de timón como el del dinero de las universidades, se está perdiendo, repitámoslo, de la manera más estúpida que se pueda imaginar. Y el aspecto más terrible: los billones de pesos que se están tirando al caño son los que, precisamente, necesitan con desesperación los más pobres de esta patria. Son ellos los despojados, los que acabarán pagando el costo de la arrogancia y la sinrazón.

La abrupta cancelación del NAICM, de un manotazo presidencial y cantinero que intentaba decir “aquí quién manda”, va mucho más allá de la coyuntura. Claro que hay que hacer auditorías, revisar cuentas, calidades, condiciones. Todo esto se puede hacer, y corregir lo corregible. Incorporar plenamente al salvamento del lago de Texcoco es una buena bandera que allí está para quien la tome. Falta que la gente, los arquitectos, las instituciones educativas y empresariales se manifiesten con firmeza y argumentos irrebatibles. Para evitar que se consume esta gigantesca, estupenda estupidez. Y para beneficiar mucho más al país.

jpalomar.informador.com

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