Jueves, 25 de Abril 2024

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Incertidumbre y liderazgo

Por: Guillermo Dellamary

Incertidumbre y liderazgo

Incertidumbre y liderazgo

Lo incierto es parte de nuestra historia. Cuando vives en el presente no sabes lo que va a suceder en el futuro.
¿Quién se hubiera imaginado que el asesinato cometido en Sarajevo iba a desencadenar una guerra mundial que cobraría millones de muertes?

¿Quién hubiera imaginado la derrota de las tropas de Napoleón en Rusia o, en su momento, la muerte del General Obregón en 1928, o recientemente la muerte de Juan Pablo I?

Podemos seguir haciendo recuento de muchos inesperados acontecimientos que han dejado perpleja a la humanidad, que no se pueden anticipar. De aquí, que vivimos en una constante incertidumbre. Me gusta la frase: “El futuro es un cofre cerrado, y sólo Dios tiene la llave”.

Nos hace pensar E. Morin la importancia del contemplar esta constante incertidumbre en un tiempo que es creador y destructor. “El surgimiento de lo nuevo no se puede predecir, sino no sería nuevo. El surgimiento de una creación no se puede conocer por anticipado, sino no habría creación”.

Así que es parte de nuestra educación y desarrollo estar preparados para afrontar el devenir de una manera creativa e inteligente, sabiendo que lo inesperado nos acecha a la vuelta de la esquina, y debemos de estar preparados para ello.

Hace algunos años conocí a un filósofo que explicaba el surgimiento de una nueva teoría sobre la ciencia del futuro, pues, así como se estudia el pasado con base en la investigación, la reflexión, también se puede intentar hacer lo mismo con el futuro. No como una especulación mágica ni al estilo de predicciones basadas en supuestos dones sobrenaturales, sino a base de la consecuencia lógica y predictiva con fundamento en la información que poseemos y las tendencias predecibles.

Algunos aspectos de la historia nos indican que hay situaciones y fenómenos que se repiten y por ello podemos asumir que seguirán aconteciendo, por lo que en muchos casos sí podemos anticipar y predecir. Y en parte, es el talento que poseen muchas personas para anticiparse y, en su momento, tomar el liderazgo para afrontar lo que parecía imprevisto y hacer que las consecuencias sean atenuadas con su intervención.

Hay quien sí ve el futuro, por la lógica de la información que posee y tal vez una cierta intuición o corazonada, pero el caso es que advierten las cosas y de inmediato asumen un compromiso y afrontan el problema con carácter y el don de dirigir y conducir.

De esta realidad se desprende la importancia de educar, a prever el futuro y a calcular los riesgos, pero sobre todo a saber qué hacer en caso de que suceda lo imprevisto.

Ese es el papel de muchos líderes en la historia que supieron tomar las riendas de la sociedad, la empresa y la familia. Supieron qué hacer en el momento exacto. No titubearon ni flaquearon ante los inminentes retos. Y eso es indispensable poseer en los momentos críticos, es un examen que la realidad le impone a los directores de una empresa, a los gobernantes o a los padres de familia. La verdadera personalidad e inteligencia, sale a relucir principalmente en las crisis.

No sólo existen innovaciones y creaciones, pues también existe la destrucción. Un buen líder nos lleva a crear, a desarrollar, a mejorar, pero también a lo contrario. Y de igual modo es muy grave no contar con un líder, en los momentos más críticos, que es cuando más se necesita.

Por ello, educar a verdaderos líderes es indispensable, como también tenerlos al frente de una institución, empresa o país.

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