Martes, 23 de Abril 2024

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Guerrero: amapola y violencia

Por: Diego Petersen

Guerrero: amapola y violencia

Guerrero: amapola y violencia

Todos los encargados de combatir el crimen organizado, sean presidentes, fiscales o generales, terminan llegando a la misma conclusión: la única forma efectiva de terminar con la violencia es legalizar y normar la producción y consumo de drogas. Ahora fue el secretario de la Defensa Nacional, el general Cienfuegos, quien puso el dedo en la legalización de la amapola para fines medicinales como una forma de reducir la violencia en los estados del Pacífico Sur, principalmente en Guerrero.

Guerrero se convirtió en uno de los centros mundiales de producción de amapola y en la medida que se fue consolidando se fue también gestando la violencia. En este estado actúan al menos ocho grupos de crimen organizado con lógica de control territorial vinculados a los cárteles Nueva Generación, Pacífico, Familia Michoacana y Beltrán Leyva. Es la zona del país con más confrontación entre grupos; ninguna otra tiene la presencia simultánea de cuatro cárteles. Si a eso le sumamos los índices de marginación y desigualdad más graves del país, gobiernos locales inoperantes y procesos sociales muy arraigados de guerrilla y lucha popular, lo que tenemos es el caldo de cultivo perfecto para la violencia.

Legalizar la amapola sería una pasó fundamental para reducir la violencia en Guerrero, pero no basta

Legalizar la amapola sería un paso fundamental para reducir la violencia en Guerrero, pero no basta. Aun suponiendo que se pueda organizar una industria de opioides con fines medicinales que integre a las comunidades en la producción y el pago justo por la goma de opio, construir la paz en Guerrero, como en todo el país, pasa por reconstruir la institucionalidad. No solo está entre los estados con mayor índice de impunidad, sino que tiene uno de los gobiernos más débiles y unas policías absolutamente desmanteladas. Aún en el más idílico de los procesos de transformación, cortar los flujos y desmantelar a los grupos y pandillas generará nuevas formas de violencia. Si alguien piensa que los miles, quizá decenas de miles, de personas que están vinculadas al tráfico de goma de opio se convertirán de la noche a la mañana en empresarios proveedores de la industria farmacéutica corre el riesgo de equivocarse terriblemente.

Declaraciones como la del general Cienfuegos resultan fundamentales para cambiar la visión y entrar en un debate abierto y serio sobre los procesos de despenalización de drogas. Que venga desde las más altas esferas del Ejército es doblemente valioso. Bienvenido el debate, pero, aunque nos tardemos un poco más, hagámoslo cubriendo todas las aristas de un problema complejo: no se trata solo de disminuir la violencia sino de construir paz.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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