Sábado, 11 de Octubre 2025

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Gobiernos: más allá de regaños y sermones

Por: Diego Petersen

Gobiernos: más allá de regaños y sermones

Gobiernos: más allá de regaños y sermones

Dicen los memes que el pico de la pandemia que tanto anuncia el Doctor López Gatell es un mito, como Santa Claus, que parte de la pérdida de la inocencia es aceptar que el pico no existe; que es más fácil que el Atlas gane un campeonato a que volvamos a la normalidad; que cuando salgamos del confinamiento afuera ya no habrá nada. Lo cierto es que todas las predicciones sobre el comportamiento de la epidemia en México han fallado, excepto la de la caída de la economía y la pérdida de empleo.

Hay pues que regresar a la hoy llamada “cierta normalidad” (que quede claro, una normalidad con adjetivos no es normal) a trabajar, a volver en lo posible a generar ingresos, en medio del peor momento de contagios en el país y de mayor crecimiento en Jalisco. Los gobiernos, el federal y el estatal, por convicción, por falta de recurso, por los que sea, ha renunciado a gestionar la crisis de salud con políticas públicas de contención. En Jalisco el gobernador nos dice en uno de sus típicos video/regaños que de ahora en adelante nos toca a nosotros cuidarnos y decidir con qué criterios hacerlo; entramos a la etapa rásquese con sus uñas, una verdadera innovación mundial en la forma de enfrenar la pandemia. El Presidente, fiel también a su estilo, nos sermoneó y emitió un decálogo para sobrevivir al coronavirus en cuyo contenido esencial (esto es quitando los arrebatos de cursilería que suelen acompañar a los discurso del Presidente) podemos estar de acuerdo, pero es lo que se espera de un cura o ministro eclesial, no de un Presidente. Pero como dirían los clásicos, es lo que hay.

El riesgo de contagios es, en esta etapa de uñas y decálogos, mucho mayor y la atención hospitalaria, más allá de semáforos y recuento de camas, será mucho peor por el simple hecho de que tendremos un sistema estresado. Lo que no hicimos como país y como Estado quedará para revisiones posteriores, pero no deja de ser un fenómeno digno de atención el que el Estado mexicano, su gobierno nacional y subnacionales, reconozcan su incapacidad para seguir manejando la pandemia con políticas públicas. 

Más allá de las particularidades de nuestros gobernantes, una de las lecciones de la pandemia es que tenemos gobiernos obesos e ineficientes, con una capacidad de respuesta limitada. Es demasiado costoso para lo que nos ofrece y muy limitado para lo que se requiere un país como el nuestro. Quizá sea momento de dejar de pensar, de poner el foco de atención, en quienes nos gobiernan para comenzar a preocuparnos por el Gobierno en sí mismo.

diego.petersen@informador.com.mx
 

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