Encontraron a una joven de entre 15 y 25 años en la colonia Chapalita. Después se supo que la levantaron cuando salió de un banco. Una más murió de un balazo en la cabeza en la colonia Rancho Los Portales, de Tlaquepaque. Otra apareció en la Cruz Verde Planetario el sábado, tras dos días desaparecida. Todas esas horas, el agresor la golpeó, abusó sexualmente de ella, y al final la marcó como si quisiera señalar que fue él: le dejó una herida peculiar en el cuello. No se sabe dónde la aventó. Todo se supo cuando llegó a la unidad médica para su atención.En medio de la crisis por la pandemia del COVID-19, la violencia sistemática contra las mujeres no se guarda en cuarentena. Esta misma semana se publicó el caso de abuso sexual entre alumnos de la escuela primaria Marco Antonio Montes de Oca, en la colonia Mirador del Bosque, en Zapopan. Víctimas y victimarios son niños de entre ocho y nueve años. Todo comenzó como un “juego”. Una niña ordenaba a otros niños someter “a la elegida” en los baños para violentarla física y psicológicamente. Una sobreviviente, en su terapia en Ciudad Niñez, describió las constantes amenazas de sus compañeros. El dolor en su vagina por las patadas, y la angustia por los insultos y “linduras infantiles” como “marrana”, “fea”, “no vales nada”, “nadie te quiere”, “no sirves”. El dolor físico era tan intenso que no controlaba los esfínteres en clase. Su vergüenza incitó a sus compañeros que respondieron con más. Dos partes médicos corroboraron la narración de la niña tras denunciarse ante la Fiscalía de Jalisco. La semana pasada la madre acudió a la Secretaría de Educación para exigir respuestas sobre las investigaciones y el castigo a los responsables. Las autoridades solo cambiaron de centro escolar a los niños responsables. Solo eso. Nada más.La pequeña, ahora sin salir de su casa encerrada por la pandemia, lucha contra las pesadillas. Grita y rasguña sus partes íntimas y piernas. La atención psicológica que recibe de la Unidad de Acompañamiento de Víctimas de Violencia no ha sido suficiente. Su caso se trasladó al Instituto Jalisciense de Salud Mental.La impunidad no se ha mitigado en este y todos los casos que se han registrado desde que inició el confinamiento hace ya casi dos meses. No vale acostumbrarse a que estos casos nos “indignen”. Porque son tantos que hasta en eso podríamos encallecer y dejar de movernos. Para las víctimas nunca será “uno más”. “Es a mí”, una mujer concreta, quien padeció secuestro, agresión, homicidio y violencia en edades tempranas. Todo en menos de una semana.La pandemia, entre la distracción y el pretexto.
