Es una visión de lo cotidiano en muchas ciudades y en esta ocasión la Capital, sede de los Poderes, la Ciudad de México, donde las construcciones se multiplican. En una de tantas edificaciones en proceso, el “Vigilante” nocturno es un hombre de nombre “Salvador”.Los hechos que presencia el “Vigilante” tienen lugar en lugar cercano a la urbanización. Inician con la súbita llegada de una camioneta de la que descienden individuos con un bulto, que al día siguiente resulta ser un cadáver, dando motivo a la investigación por parte de la autoridad. Es noche de celebración para la generalidad: 15 de septiembre.Tan cercano como ajeno, presencia el modesto vigilante el inicio de una cadena de corrupción. El vive de su salario con el que cubre con limitación los gastos de familia, a la que al amanecer se dispone a reintegrarse. Su esposa está cercana a dar a luz, en tanto que “Salvador” ha cumplido con la rutina de revisión a los trabajadores previa en su retiro.La confusión cobra vida y el ingenuo vigilante declara cayendo en contradicción, que apunta hacia la potencial complicidad de su compañero antecesor en el cargo nocturno la noche anterior, el escenario es amparo de las sinuosas calles del barrio a punto de convertirse en zona residencial de modernos y lujosos edificios.El pánico está acentuado por una fotografía idónea del ambiente en el entorno donde prevalece la inmunidad y el crimen convertido en cotidiano de la que dan cuenta diaria los medios de comunicación. A su vez convirtiendo a inocentes en potenciales delincuentes quienes atribuir el daño a la comunidad. Esta película mexicana tiene la particularidad de cuestionar cuántos inocentes cumplen condenas en los centros penales, donde la justicia ostenta la crueldad de la injusticia.Dios nos guarde de la discordia.sicpm@informador.com.mx
