El 1 de diciembre, como en los tiempos en los que López Obrador era candidato, reunió más de 200 mil personas en el Zócalo de la Ciudad de México. El motivo real fue probar su capacidad para seguir movilizando a sus seguidores a tres años de estar en el gobierno.Tras este mitin, muchos críticos señalaron que se pudo concentrar a tal cantidad de personas por el acarreo y por las dádivas que se han ofrecido a través de los programas sociales.La realidad, más allá de los deseos de los críticos, es que López Obrador sigue siendo el político con mayor capacidad para movilizar a la gente que existe hoy en el país.Con motivo de los tres años de gobierno se publicaron diversas encuestas que dan cuenta del nivel de aprobación del presidente.El sitio agregador de encuestas, Oraculus, promedió en un 65 por ciento la aprobación y en 31 por ciento el rechazo.Pretender que movilizaciones como la que realizó la semana pasada AMLO son solo obra de la coerción o de las dádivas, es no entender la dinámica política que se vive en México.Por mucho tiempo se ha discutido y analizado el motivo por el cual a pesar de los malos indicadores de desempeño, el presidente López Obrador sigue manteniendo este nivel de aceptación.No hay una razón única sino una conjunción de ellas: por un lado está la identificación de la mayoría de la gente con López Obrador y su estilo personal; además de la creación de una muy exitosa narrativa que logra convencer a una gran cantidad de personas a través de la comunicación política articulada, sobre todo, en las conferencias mañaneras.Y también cuenta en su éxito la falta de voces opositoras que puedan ser atractivas a la ciudadanía.No hay la certeza, sin embargo, de que estos factores puedan continuar de manera indefinida.Por un lado, es de esperarse que en la medida que avance el sexenio se acentúen las diferencias entre los aspirantes a suceder a AMLO. Eso generará fisuras, o incluso pudieran aparecer fracturas en el grupo en el poder.También es factible que al paso de los meses surjan voces que aspiren a competir por la Presidencia de la República y finalmente fragmenten la atención pública, lo que seguramente va a traducirse en una caída del apoyo a AMLO, dueño de todo el terreno en este momento.Si la oposición no produce pronto uno, o un conjunto de personajes, que se posicionen como competidores en la agenda pública, entonces le dará una ventaja prácticamente inalcanzable a Morena y a su movimiento.Además, si el proceso sucesorio se resolviera sin fracturas al interior del grupo en el poder, AMLO podría cerrar su sexenio sin merma en su popularidad.En el escenario opuesto, podrían aparecer voces opositoras potentes y litigios internos que resquebrajan la unidad de Morena y sus aliados.En ese caso, la competencia por el 2024 realmente estaría abierta.Los próximos meses serán cruciales para definir qué escenario prevalece.
