El Registro de Propiedad Intelectual, es motivo de revisión y frecuente discusión por medio de las herramientas actuales, para actuar con legalidad, equidad y justicia. Es el tema de esta película con la narración del anciano que dejó como perdido el legajo conteniendo el sufrimiento a cambio de mantener sin daño a la responsable.Ella no repara en la traición y traspasa aquel contenido a otro amigo, quien no repara en el fraude y logra su edición con inusitado éxito. Felicidad de la pareja tiene por sustento el ingreso económico cuantioso, en tanto que el autor vive miserable y aislado: solamente encuentra abrigo en la soledad y ocupación en el cuidado de hortalizas.El tiempo inexorable da respuesta en el casual encuentro de aquel amigo de su ex pareja, quien conducido por la ignorancia ostenta el triunfo conducente a un reconocimiento social en los círculos académicos. En tanto, el anciano encuentra consuelo en los recuerdos depositando lágrimas sobre los frutos de la tierra.El Ladrón de palabras guarda el drama del joven inquieto, ahora anciano, quien no logró convencer a empresa alguna para editar el manuscrito, en tanto que la entonces joven dama sí toma la tarea de transcribir el texto por medio de una computadora, sin restar o sumar al original. Así conduce con talento propio la promoción coronada por el reconocimiento.Es superficial juzgar con la inducción del título, Ladrón de palabras. Pero más que eso es conveniente pensar en cuánto hay de esfuerzo y talento para lograr los medios promotores de empresa y así alcanzar la aspiración en un círculo de cualquier alta competencia. Bradley Cooper es el galán, no precisamente el Ladrón, en el reparto compartido por Zoe Saldaña, Olivia Wilde, Jeremy Irons, Ben Barnes y Dennis Quaid.Dios nos guarde de la discordia.
