Viernes, 10 de Octubre 2025

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El derecho a la verdad

Por: Luis Ernesto Salomón

El derecho a la verdad

El derecho a la verdad

La guerra informativa deja ver con crueldad inusitada la importancia de distinguir la verdad de la propaganda, mediante la tecnología en medio de las terribles hostilidades. Las aterradoras imágenes que hemos visto generan profundos sentimientos. Son una verdad lacerante que indigna. Pretender ocultar con propaganda lo que sucede allí es tan grave como la guerra misma. 

Adueñarse de la percepción de las personas es ahora más importante que la conquista del territorio. La tentación de tener un Ministerio de la Verdad del estilo que lo planteó en su novela George Orwell está presente en la mesa de quienes pretenden acrecentar su poder, y no me refiero solamente al ejemplo de Vladimir Putin que ha establecido una verdadera maquinaria propagandística para generar un discurso unitario sobre lo que sucede en Ucrania, estableciendo penas de prisión de hasta quince años a quienes difundan otras versiones. 

El mismo patrón lo tienen los medios de comunicación de extrema derecha de los Estados Unidos que en el fondo pretenden también controlar un discurso uniforme basado en la descalificación y la desconfianza. Y lo mismo sucedió aquí cuando al inicio de la pandemia se acusaba de que su existencia era un invento de grupos de poder, y que se pretendía implantar un chip a las personas que se vacunaban. 

Las estrategias de desinformación no son nuevas, han sido parte de los conflictos sociales, pero lo que ahora es realmente peligroso es el alcance del control tecnológico que puede hacer realidad la pesadilla de la verdad única establecida por el poder. 

En nuestro tiempo el derecho a saber y el acceso a la verdad son tan esenciales como la integridad o la alimentación. El hombre libre es un hombre capaz de acceder a la verdad. En un clima de libertad la guerra debe ser inocultable, como los asesinatos y los desaparecidos. Y las distracciones resultan irresponsables ante la dimensión de la tragedia y la importancia de sus consecuencias.

La libertad de expresión se enfrenta a las amenazas del mal uso de las herramientas tecnológicas, y al mismo tiempo a las acciones autocráticas: En las naciones sujetas a las leyes, a las autoridades no les es posible difundir impunemente una falsedad y sostenerla como verdad dados los controles políticos y constitucionales. 

Pero en naciones autocráticas las maquinarias de información y propaganda son herramientas esenciales para gobernar sin límites. El control de la información permite encapsular la percepción de la realidad echando mano de potentes herramientas tecnológicas y luchando contra quienes pretenden introducir otras visiones. Las diversas versiones de los hechos y los mecanismos independientes de verificación de la información son fundamentales. 

Ahora mismo rusos y ucranianos tienen desatada una guerra dentro y fuera de sus países para adueñarse de la narrativa de la guerra. La polarización ciega la visión de la verdad. Por eso es esencial difundir con objetividad lo que sucede, y en ese sentido las imágenes han provocado una reacción casi unánime contra la guerra y el sufrimiento de la población. 

Ya no se trata del supuesto derecho de Rusia a un territorio, sino de la vida de miles de personas inocentes que padecen por la ambición de grupos que pretenden establecer su verdad en la mente de muchos.

En un artículo publicado en el sitio American Purpose el pensador Francis Fukuyama publicó el pasado 10 de marzo un texto en el que pronosticaba que Putin sería derrotado y que se abriría una nueva etapa en el mundo luego de su caída en la volvería a imperar el espíritu aquel que se desató con la caída del muro de Berlín. 

Es difícil ahora saber si acertará en su pronóstico, o cuando sucederá, pero lo que sí resulta claro es que esta guerra traerá nuevas regulaciones en el tratamiento de la propaganda y la información en el mundo. Defender el derecho a que otro diga algo con lo que no estamos de acuerdo, como decía Voltaire, es una obligación moral del hombre libre. 

El derecho a saber y el acceso a la verdad son parte fundamental de la dignidad de la persona y los estados están obligados a preservarlos más allá de cuestiones políticas o militares de coyuntura. Callar al otro con la violencia alimenta la tiranía. Las bombas pretenden callar a un pueblo que nos está dando una lección moral y política a sangre y fuego en pleno siglo XXI, lo que ahí defienden es mucho más que el territorio y nos compete a todos.

luisernestosalomon@gmail.com
 

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