Viernes, 26 de Abril 2024

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El avión y la política de la superficialidad

Por: Jorge O. Navarro

El avión y la política de la superficialidad

El avión y la política de la superficialidad

El tema del avión presidencial sigue presente en la agenda y el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador: en su primera conferencia mañanera del mes de febrero, en Palacio Nacional, anunció que “es muy probable” que se concrete el proyecto de la rifa. Mientras el asunto gana espacio en las redes sociales y los medios convencionales, se hace más patente que se pierden de vista temas fundamentales como la inseguridad y la salud pública.

Son dos de los asuntos que más preocupan a los mexicanos en general, con o sin interés en la vida político partidista y la administración pública. La violencia, los homicidios, los desaparecidos, los delitos comunes y el poder de las organizaciones criminales que crece en lugar de menguar, se instalaron desde hace años como los asuntos de mayor interés, de acuerdo con encuestas, estudios académicos y las mediciones oficiales de percepción de inseguridad.

En el caso de la salud, queda claro que no hay respuesta a las demandas que estallan en diferentes puntos del país para que se abastezcan los medicamentos, que con todo y las deficiencias que presentaba el Seguro Popular, al menos llegaban a los más necesitados.

Y para ambos asuntos la administración federal ha pedido a los mexicanos esperar hasta el 1 de diciembre, cuando se cumplan dos años desde que comenzó el proyecto de la Cuarta Transformación. Aquí, la habilidad del presidente como gobernante que comunica, es haber establecido una nueva fecha en el horizonte, para una sociedad que, sin otra opción real, al menos se conforma con la esperanza de que esta vez sí se cumplirá el compromiso.

Es evidente que el presidente del país tiene enorme habilidad para comunicarse y encontrar una “comunión” con quienes simpatizan y con quienes no lo hacen. Es magistral la habilidad con la que posiciona los temas en el interés público, así se trate de defensores o detractores.
Pero hay un espacio mucho más trascendental en su quehacer cotidiano, y no es la comunicación, sino la administración pública.

No sólo están la inseguridad y la salud. ¿Qué acontece y a dónde se llegará con las caravanas de migrantes? ¿Cuál será la postura ante los seguros ataques de Donald Trump en la medida que se aproxime la fecha de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos? ¿A dónde se dirige la “nueva escuela mexicana” si las principales acciones de la Secretaría de Educación pasan por regresar el control del sistema de educación pública a algunas cúpulas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación? ¿Qué cuentas se entregarán del combate al huachicoleo, cuando las cifras oficiales demuestran que el delito permanece cuando se afirmó que había desaparecido?

Uno de los argumentos que más se esgrimen en la defensa del Gobierno federal es que las cosas no se pueden recomponer después de décadas de corrupción y gobiernos encabezados por miembros de una clase gobernante a los que se acusa de variados e imperdonables actitudes… mientras los detenidos por esos delitos se cuentan con los dedos de una mano.

Un poco de seriedad, en medio de tantas deudas sociales y nuevos compromisos, también es necesaria y equilibrante.

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