Debajo de la calle Colón, antes de llegar a La Paz, está enterrado el Puente de las Damas, una estructura de finales del siglo XVIII, que sirvió para unir a la ciudad, cuyo ingreso era justamente por las Nueve Esquinas, con Mexicaltzingo uno de los cuatro barrios indígenas de la ciudad. Durante el estiaje no existía problema alguno para cruzar una pequeña cañada del arroyo El Arenal, pero en tiempo de aguas había días o hasta semanas que resultaba imposible cruzar. El nombre, reza la leyenda, se debe a que las damas de la sociedad tapatía ayudaron económicamente a su construcción. Otras versiones dicen que sólo ayudaron presionando al gobernador Jacobo Ugarte. Conociendo a los y las tapatías me parece más creíble la segunda versión. (Dos libros fundamentales sobre el tema son “Añoranzas de Mexicaltzingo”, de José Trinidad González Gutiérrez y “El Puente de las Damas”, de Enrique Ibarra Pedroza).La importancia del puente radicaba no sólo en que las Damas se quedaban sin servidumbre por varios días, sino que había ciertos productos que se vendían en el barrio que eran fundamentales, pero sobre todo porque ese era el ingreso del Camino Real de Colima, por el que llegaban todas las mercancías del Sur (no es gratuito, dice el arqueólogo Ignacio Gómez Arriola, que sea en las Nueve Esquinas donde se instalan los pitayeros de Techaluta).El rescate arqueológico es sin duda una buena noticia. Reconocer el pasado y ponerlo a disposición de quienes la habitamos es una forma de conocer y reconocer la ciudad. La memoria nos permite no sólo saber lo que pasó y la forma en que los que llegaron antes que nosotros habitaban la ciudad sino entenderla como el ser vivo que es. Pero más allá de la importancia arqueológica de este rescate, en términos urbanos la intervención permite crear un punto de referencia que conecta al Centro con los barrios tradicionales. Esto es, tener un punto de referencia como el Puente de las Damas permite integrar Mexicaltzingo al corredor Norte-Sur que viene desde el Santuario.Terminar el rescate, descubrir el cuarto y quinto arco y conectar con la galería (el antiguo canal subterráneo por el que se canalizó el arroyo) requiere, pelos más o menos, un presupuesto de cinco millones de pesos, que es mucho si se piensa en una obra que no hace lucir a los políticos, pero que es muy poco si se entiende como un punto fundamental para el rescate de la memoria del barrio, para regenerar la zona hoy tomada por el narcomenudeo y para integrar la memoria al uso de la ciudad.(diego.petersen@informador.com.mx)
