Martes, 19 de Marzo 2024

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Dos rayitas menos a la nueva Constitución

Por: Ivabelle Arroyo

Dos rayitas menos a la nueva Constitución

Dos rayitas menos a la nueva Constitución

¡Cómo la hacen de emoción! Que si Jalisco es el único que lo está haciendo, que si es un ejercicio profundísimo e histórico, que ya se necesita un nuevo pergamino, que la Constitución vieja tiene telarañas y no se ajusta a la brillante realidad que llegó desde que Enrique Alfaro tiene oficina en Casa Jalisco, que qué emoción ser constituyente.

Hay que tener mucho cuidado con los anhelos depositados en un ejercicio de esta naturaleza. Muchísimo. Primero, porque un marco normativo no hace a la realidad, esta es terca y sigue su camino. Segundo, porque un borrón y cuenta nueva puede abrir la puerta a un diseño institucional dirigido por la élite en turno para beneficio de esta élite.

Amplío los dos planteamientos. Con el primero me refiero a las posibilidades reales de que una Constitución más moderna en sus conceptos, más ordenada en su estructura, y más sencilla en su lenguaje altere significativamente el escenario que hoy lastima a los jaliscienses. Una Constitución mejorada (en caso de que lo logren), no impactará en la gravísima crisis de seguridad que vive el Estado. Lo que puede hacer es modificar los procesos a través de los cuales se resuelven los conflictos políticos, se organizan las instituciones y se protegen los derechos. A ese me refiero cuando aludo al diseño institucional como apetitoso botín para la élite en turno.

Para explicar mejor esto sirve de algo voltear hacia abajo, hacia la Ciudad de México, aunque el proceso haya sido diferente. Allá, el proceso de nombrar constituyentes fue emocionantísimo y los participantes sentían que hacían historia de la que quiere el actual Presidente. Sin embargo, la nueva Constitución no tuvo impacto en las principales demandas sociales (el aire, la movilidad, el agua, la seguridad), pero tuvo un inmenso efecto en el proyecto de poder, pues todas las leyes secundarias, todas toditas, tuvieron que rehacerse una vez que el sonido del bombo y los platillo por la nueva Constitución dejó de escucharse. Aquí es donde viene lo interesante: las leyes secundarias no necesitan ni de un Constituyente ciudadano plural, ni de una mayoría calificada ni de los medios escudriñando con lupa el así llamado proceso histórico. Se los voy a poner en español para que quede claro: la ley electoral, la ley que rige al Poder Judicial y la ley de desarrollo urbano (por mencionar sólo tres para pararles los pelos de punta), se pudieron hacer desde cero otra vez con el voto de la bancada mayoritaria.

Por eso hay que tener mucho cuidado. Para no depositar en un proceso legislativo que es de suyo insípido más expectativas de las que puede cumplir, y para no abrirle la puerta al poder en turno para hacer leyes a modo después de cubrirse de gloria por hacer una Constitución.

No sugiero que haya que dejar los papeles como están. Sugiero que se vaya poco a poco, tema por tema, sin el numerito ostentoso de hacer todo un nuevo pergamino. 

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