Algunos focos amarillos en la administración de López Obrador comienzan a cambiar a rojo. Si algo tiene la maldita realidad es que es impredecible y que tiene esa mala costumbre de encajarse con los problemas que ya existen. Algunos dirán que es mala suerte, que se alinearon los plantas u se enojaron los aluxes, pero “la realidad” suele manifestarse ahí donde las cosas no se han hecho bien y hay mayor debilidad institucional.El secuestro y asesinato de ciudadanos estadounidenses en la frontera cambió el discurso de los vecinos del norte. La fallida estrategia de seguridad en México comienza a tener repercusiones internacionales. No es el primer caso. Ya en diciembre un ciudadano estadounidense había sido levantado y asesinado en los límites de Jalisco y Zacatecas; sin embargo, el asunto no tuvo mayores repercusiones ni ameritó visita del embajador Salazar al Presidente. El caso de Matamoros, por los videos, por la viralización, por lo grotesco, generó una ola de indignación en medios y una andanada de críticas en la clase política en Estados Unidos que desbordó a Palacio.La oposición republicana y los medios en EU van a presionar al presidente Biden para que actúe con mayor fuerza y este a su vez presionará al Gobierno mexicano; así funciona la política. El asunto va más allá de los discursos en el Congreso y en los medios, en los que México y su Gobierno serán acusados de todo, desde narco Estado hasta de Estado fallido. El problema para el Gobierno obradorista estriba en que efectivamente la política de pacificación y seguridad no está funcionando. A año y medio de entregar el cargo, el país no sólo es más inseguro, sino que el crimen organizado ha expandido sus territorios y fortalecido sus formas de control en ellos. A los asesinatos, que efectivamente han bajado un poco (7 por ciento entre 2021 y 2022) hay que sumarles las desapariciones que han superado los diez mil por año en los últimos dos y con tendencia creciente. A la presión interna, que se ha logrado hasta ahora controlar con discurso y culpando a los gobiernos anteriores, habrá que sumar un mayor golpeteo desde la opinión pública y en el Congreso estadounidense. La crisis no atendida de los desaparecidos y la presión del país vecino pueden darle la vuelta en cuestión de meses al triunfalismo del gobierno obradorista y a la soberbia de las Fuerzas Armadas.La violencia es un asunto que está en foco rojo. Lo estaba ya en algunas regiones, pero en adelante lo será en todo el país. En los 18 meses restantes la seguridad será el dolor de cabeza constante del Presidente, y tristemente, de todos los mexicanos también.diego.petersen@informador.com.mx
