Miércoles, 24 de Abril 2024

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Lo que nos constituye

Por: Diego Petersen

Lo que nos constituye

Lo que nos constituye

La Constitución es el texto más citado y menos respetado de nuestro país. Todos los funcionarios públicos toman posesión protestando guardar y hacer guardar la Constitución, cumplirla y hacer que se cumpla, y al final todo acaba siendo un poco “como sí, pero no tanto”. López Obrador tiene el descaro de decir “a mí no me vengan con que la ley es la ley”; el resto de los presidentes también lo han pensado, aunque no lo dijeran en voz alta. La frase de “usted encárguese de resolver el problema y también encárguese de que no me entere cómo lo hizo” era la patente de corso para violentar la Constitución, para resolver los asuntos fuera de la ley.

La Constitución es algo más que la ley de leyes; es lo que nos constituye como nación. Se dice fácil, sin embargo, es un tema sumamente complejo: encontrar los mínimos en los que todos estemos de acuerdo para identificarnos y al mismo tiempo autolimitarnos a lo que se pueda expresar en un solo texto. Hay dos formas de hacerlo. Una es, como el caso de los Estados Unidos de América (así se llama, aunque no nos guste que usen para así la palabra América), nuestro vecino del Norte e inspirador inicial, poner solo los acuerdos mínimos, y la otra es el caso de los Estados Unidos Mexicanos (así se llama, aunque todos le digamos y nos gusta que le llamen México) en la que sumamos todas las demandas, de todos los sectores y todas las visiones para que todos nos sintamos representados. La nuestra es una Constitución garantista, aunque en la práctica el Estado no pueda garantizar, sino acaso hacer su mejor esfuerzo, para que eso suceda.

La pregunta es qué nos constituye, más allá de un conjunto de artículos en la Carta Magna, cada día más largos y complejos; qué nos hace ser lo que somos. El régimen post revolucionario, el mismo que logró la Constitución de 1917 que hoy celebramos, hizo un gran esfuerzo por construir una identidad nacional a partir de elementos culturales y de una sobre simplificación de la historia. La versión unívoca de nación se ha ido desintegrando porque las diferentes regiones expresan su diversidad cultural; porque los indígenas levantaron el puño en 1994 y exigieron su derecho a ser pueblos diversos y no un elemento folclorizado dentro de una nación que exaltaba el mestizaje como gran valor de identidad; porque las mujeres dejaron de ser “la belleza sumisa” de madres y abuelas en que las había colocado el gran acuerdo nacional -políticos, empresarios, iglesias, etcétera- para levantar la voz y construir una nueva forma de ver y entender al país.

Lo que nos constituye como nación no son, pues, las letras escritas y por escribir, los derechos establecidos o por establecer en la Constitución, sino la certeza de un país inacabado y la voluntad de existir como nación, cualquier cosa que eso signifique hoy, en una década o en un siglo.

diego.petersen@informador.com.mx

Diego Petersen Farah

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