Todas las decisiones políticas tienen consecuencias y el pasado, tarde o temprano, sale de las profundidades para cobrar facturas. El Metro de la Ciudad de México, la obra pública continuada más importante de este país (nueve sexenios seguidos ampliando o construyendo nuevas líneas), se ha convertido también en el problema político más sensible y podría terminar definiendo el futuro de las candidaturas en Morena.El desplegado de los gobernadores morenistas en apoyo a Claudia Sheinbaum acusa el tamaño del golpe. Tres accidentes con víctimas fatales en lo que va de su Gobierno apuntan a algo más que casualidad o mala suerte. Hay claramente una mala gestión y carencias serias en el mantenimiento del sistema Metro. Sin duda hay problemas que vienen de muy atrás, pero en este momento la única responsable de tomar decisiones sobre nombramientos, inversiones y mantenimiento es la gobernadora de la Ciudad de México. La reducción presupuestal fue decisión suya y solo suya. A nadie le puede echar la culpa.Pedir que no se politice la tragedia, como lo hicieron los gobernadores (en perfecto nado sincronizado, para usar unas de las palabras favoritas de este sexenio) es un buen deseo, pero que todos los abajofirmantes saben perfectamente que es inútil. En política las circunstancias marcan. No hay manera de que la opinión pública, esa que se supone definirá a través de encuestas el futuro candidato a la Presidencia de la República de Morena, no le cobre a Sheinbaum la seguidilla de “incidentes” (como los llama ella) mortales en el Metro. Y se la van a cobrar por una sencilla razón: todos han sido producto de negligencia, en todos hubo indicios y señalamientos puntuales que alertaron sobre un problema existente y se tomó la decisión de no atenderlo.El golpe está dado y no se quita con Vitacilina ni con Pomada de la Campana. Lo que sigue es que los seguidores de Claudia tratarán de revivir el escándalos de la Línea 12 para meter en el problema a Marcelo Ebrard, responsable final de la mala calidad del diseño y construcción de esa obra (una reconstrucción que por cierto el Presidente prometió que estaría en un año y que al paso que va no estará lista ni para el final del sexenio). Viene un choque de trenes en Morena y los escándalos del Metro influirán más de lo que imaginábamos en la decisión final de la candidatura. Eso sí, se pueden hacer pedazos entre ellos con confianza, pues del otro lado, allá en esa tierra yerma llamada oposición, sigue sin haber alguien con la fuerza y la credibilidad para beneficiarse de los escándalos de esta administración.diego.petersen@informador.com.mx