Domingo, 19 de Mayo 2024

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Agua: problema o amenaza

Por: Diego Petersen

Agua: problema o amenaza

Agua: problema o amenaza

Decían los clásicos que la política es el arte de lo posible. El resultado nunca es el esperado ni el deseado, es el posible, pues confronta las ideas con las de otros, pero sobre todo con la terca realidad, esa que, inexorablemente, hace su aparición en forma de amenaza. Cuando somos capaces de convertir a esa amenaza en problema, vamos de gané, pues significa que ya medio la entendimos e imaginamos una solución.

Hoy seguimos viendo el cambio climático y la escasez de agua como una amenaza de futuro. Estamos muy lejos de entenderlo y problematizarlo, y más aún de hacer conciencia de lo que ello significa. En un clima semidesértico como el que tenemos en Guadalajara la sequía es un elemento que ha estado presente en diferentes periodos. Con el cambio climático esos periodos secos serán cada vez más frecuentes y graves. 

Independientemente de lo que haya hecho el Gobierno saliente -más de lo que hicieron otros, menos de lo necesario y muy lejos de lo prometido- el próximo Gobierno se enfrentará a una crisis hídrica que va más allá de la infraestructura de captación, bombeo y potabilización. El reto ya no será captar más agua, en el entendido que siempre se podrá mejorar y ampliar nuestras fuentes de abastecimiento, sino cómo hacemos más eficiente, justo y democrático el uso de recursos escasos.

Sin negar la función pedagógica de los llamados nidos de agua, están muy lejos de ser una solución para dotar agua a quienes no la tienen y de asegurar el servicio de agua potable al que está obligado el Estado. Los retos son mucho mayores. Enumero solo tres. Primero, la eficiencia y eficacia de la distribución del agua. Esto, en términos llanos, implica invertir miles de millones de pesos en la modernización de la red tanto para disminuir pérdidas físicas como para la integración de las colonias que hoy no están conectadas al sistema. Segundo, la reducción del consumo. Tenemos todos que aprender a vivir con menos agua, y eso se logra sí con tecnología, pero sobre todo con un esquema de tarifas que inhiba el desperdicio. El tercer reto es mantener el agua como derecho humano evitando su mercantilización. La escasez va a generar un mercado negro de agua (a través de pipas) que generará un mercado distorsionado en el que los más pobres, lo que no tienen agua corriente, terminarán pagando más.

Como en todos los temas ecológicos, vamos tarde. Sin embargo, cada día que ganemos y cada litro que ahorremos tenemos mayor probabilidad de mitigar el impacto. No se trata de ser apocalípticos, pero si nos preparamos para lo peor la vamos a pasar mejor. Dicho de otra manera, si entendemos y enfrentamos el problema hoy, disminuiremos la amenaza de futuro.

diego.petersen@informador.com.mx

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