Viernes, 29 de Marzo 2024
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Día de Muertos

Por: Jaime García Elías

Día de Muertos

Día de Muertos

Por si faltaran argumentos para convalidar la hipótesis de André Bretón en el sentido de que “México es un país surrealista” (el surrealismo es un movimiento artístico de principios del Siglo XX, que intenta anteponer lo mágico, lo imaginario y aun lo irracional sobre lo real), pocas cosas hay en este país, siendo la muerte tan triste, gris, amarga y deprimente, tan alegres, coloridas, dulces y vitales como las celebraciones del Día de Muertos.

-II-

La tradición de que los vivos convivan con los muertos, valiéndose de los altares como enlace entre el aquí y ahora con el inframundo, es —¿quién lo ignora?— una de las formas más acabadas del sincretismo; es la cristianización de una creencia arraigada de nuestros ancestros, en que a las viandas y bebidas del banquete que los vivos disponían amorosamente para sus difuntos, se incorporan las preces por el eterno descanso de sus almas, dirigidas a las nuevas deidades, introducidas —no siempre con maneras muy evangélicas, por cierto— por los conquistadores.

Si la celebración del Día de Muertos sostenía, desde hace varios años, un pulso decidido contra la invasión del “Halloween” de los sajones, un punto a favor de la primera vino a ser la versión hollywoodesca de la fiesta mexicana, propuesta por “Spectre”. En la película, filmada hace dos años, algunas escenas pletóricas de la truculenta violencia de las películas del Agente 007 dejaron una estela de destrucción —irreal, felizmente— mayor que la de los sismos del 19 de septiembre de 1985 y de 2017 juntos, y mostraron una grandiosa coreografía que redimensionó las muy modestas calaveritas de azúcar y las “catrinas” de Posada.

-III-

Aprovechada por las autoridades civiles y aceptada de buen grado por los habitantes de la Ciudad de México, la innovación, en cambio, ha sido criticada por los puristas. Los defensores a ultranza de las tradiciones “originales”, reprochan a la herencia de James Bond por “la exuberante frivolidad de sus intenciones”, la “falta de imaginación” del Gobierno capitalino y porque el “comercialismo industrializado” estaría en vías de aplastar al “comercio artesanal”. Lo primero, porque el Día de Muertos “a la moderna” parece orientarse principalmente a los turistas; lo segundo, porque las autoridades habrían sido incapaces de inventar lo que los guionistas de “Spectre” se sacaron de la manga en un santiamén, como el conejo truculento de un prestidigitador; y lo tercero, porque buena parte de la parafernalia (“catrinas”, etc.) de la moderna celebración, es tan mexicana como las guadalupanas o los pastores y aun niño-dios de Nacimiento “made in China” que han invadido al país.

En el dilema de fortalecerse o morir, de todas las tradiciones, usted, lector amable, escoja…

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