Viernes, 29 de Agosto 2025

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Decisiones que marcarán el 2026

Por: Salvador Cosío Gaona

Decisiones que marcarán el 2026

Decisiones que marcarán el 2026

El beisbol, más allá de ser un espectáculo que desborda emociones en los diamantes, es también un gran tablero de ajedrez financiero en el que cada jugada de los protagonistas se traduce en millones de dólares, en apuestas a futuro y en un delicado equilibrio entre riesgo y oportunidad. Lo que ocurre hoy con una veintena de peloteros de las Grandes Ligas que tienen la opción de salirse de sus contratos de cara a la temporada 2026, constituye un ejemplo perfecto de esta dinámica.

No hablamos solamente de cifras exorbitantes en papel, sino de decisiones que definen trayectorias deportivas, carreras empresariales de los equipos y, en muchos casos, el humor de aficiones enteras. El mercado de agentes libres se ha convertido en un terreno donde se mide tanto la ambición de los jugadores como la capacidad estratégica de las franquicias para retener, negociar o dejar ir a sus figuras. 

El caso de Alex Bregman, actual antesalista de los Medias Rojas, resulta paradigmático. Firmó un contrato de tres años y 120 millones de dólares, con buena parte de esos recursos diferidos, y aún tiene garantizados 80 millones por cobrar. Pero la cláusula que le permite salirse del acuerdo al final de esta campaña lo coloca en una encrucijada: ¿arriesgar la certeza de un sueldo garantizado o tentar al mercado con la esperanza de un compromiso más largo, aunque quizá menos jugoso en promedio anual? Bregman, con apenas 32 años al inicio de 2026, debe evaluar no solo su presente físico -marcado por lesiones- sino también el contexto de una liga cada vez más dura con quienes no ofrecen consistencia plena.

El dilema se repite con Jack Flaherty en los Tigres. Aunque ya duplicó su salario gracias a cláusulas de rendimiento, su temporada irregular hace incierto si le conviene buscar una nueva oportunidad en la agencia libre. Algo similar vive Lourdes Gurriel Jr., quien con 18 cuadrangulares y más de 70 impulsadas podría tentar al mercado, pero enfrenta el dilema de quedarse en Arizona con la seguridad de su contrato actual.

Detrás de estas historias individuales late un trasfondo mayor: la transformación del sistema contractual de las Grandes Ligas. Cada vez más, los acuerdos incluyen cláusulas de salida, opciones de jugador, bonos condicionados y cantidades diferidas que convierten lo que antes era una firma definitiva en un verdadero rompecabezas. Ya no basta con tener un rendimiento destacado; ahora se requiere visión empresarial y asesores financieros capaces de anticipar los vaivenes del mercado.

El caso de Ha-Seong Kim, campocorto de los Rays, es ilustrativo. Las lesiones han limitado su participación y su contrato de 16 millones para 2026 parece, en las circunstancias actuales, demasiado bueno para soltarlo. Y, sin embargo, su permanencia dependerá no solo de su salud, sino de la estrategia de una franquicia como Tampa Bay, acostumbrada a mover piezas como si fueran fichas intercambiables en pos de eficiencia económica.

Más dramática es la situación de Frankie Montás. Con lesiones acumuladas y la posibilidad de requerir cirugía Tommy John, el lanzador de los Mets prácticamente no tiene otra alternativa que aferrarse al último año garantizado de su contrato, incluso si no vuelve a lanzar en todo el 2026. El beisbol es también eso: contratos que blindan a jugadores en momentos de crisis, pero que pueden significar cargas pesadas para organizaciones que apuestan y pierden.

¿Qué nos revela todo este panorama? Primero, que el beisbol moderno está marcado por un nuevo equilibrio entre el riesgo deportivo y la seguridad financiera. Los equipos buscan blindarse con diferimientos y opciones condicionadas, mientras los jugadores, conscientes de la fragilidad de sus cuerpos, pugnan por cláusulas que les den poder de decisión. Segundo, que la agencia libre se ha vuelto un termómetro del mercado global del deporte: lo que ocurra con estas figuras al concluir la Serie Mundial tendrá repercusiones no solo en sus clubes, sino en la estructura salarial de toda la liga.

Es inevitable preguntarse si estas dinámicas, centradas tanto en los números y los contratos, no terminan diluyendo la esencia del juego. Porque, aunque nadie desconoce la importancia de la economía, lo que al final conecta con el público es el espectáculo en el campo, el cuadrangular inesperado, la atrapada imposible, la salida en la novena entrada que roba un triunfo. El riesgo es que, en medio de tantas negociaciones, olvidemos que el beisbol es un deporte, no únicamente un mercado de valores.

De cara al 2026, lo que decidan jugadores como Bregman, Flaherty, Gurriel, Kim o Montás marcará la pauta no solo para sus carreras, sino para el modo en que los equipos evalúan el valor del talento frente a la incertidumbre.

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