Martes, 16 de Abril 2024

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De qué tratan las protestas

Por: Luis Ernesto Salomón

De qué tratan las protestas

De qué tratan las protestas

La muerte de George Floyd a manos de la Policía ha provocado la mayor ola de protestas civiles en cincuenta años en Estados Unidos, y el deceso de Giovanni López ha traído la indignación hacia México. Se trata de la vida de personas inocentes segada impunemente por los cuerpos de seguridad, ante los ojos de millones que se convierte en una inaceptable apología de la violencia por la autoridad.

Violencia traducida en racismo en el país vecino y expresada en muertes desapariciones y abusos policiales como realidad ancestral en México. Las personas allá y aquí por diversas razones sienten miedo cuando, por alguna razón, se topan con un agente del orden. Tienen temor fundado de que pueden ser sujetos de abusos y terminar en medio de un problema sin solución. Ese es el verdadero motor de las protestas: el crisol donde se funden los sentimientos de impotencia ante la injusticia, la rabia contenida y ese miedo a ser la siguiente víctima. La reacción al intentar imponer la ley y orden por encima de la justicia ha llevado, en algunos casos a situaciones de caos.

Pero es importante no distraerse de lo realmente importante: el tema de fondo es la forma injusta e ilegal como las policías proceden en contra de los ciudadanos. Se reclama justicia para George y para Giovanni mediante cambios efectivos que protejan la vida, la libertad y los derechos de las personas. De eso se trata y no de otra cosa. Tratar de mover la narrativa de las protestas a temas políticos o electorales es desvirtuar la legítima expresión de las personas hartas de los abusos y la mala práctica policial.

Esa falta de capacidad policiaca para actuar en el marco del respeto a los derechos de las personas ha sido evidenciada en la forma violenta, injusta e ilegal de proceder en las protestas. Eso ha retroalimentado la indignación.

La humildad es necesaria para reconocer cuando las cosas se han hecho mal. Esa que comienza a aparecer en algunas autoridades estadounidenses donde incluso policías pidan perdón e hinquen la rodilla en el piso al lado de los manifestantes. En Denver, Colorado, ha sucedido un hecho que marca el tema: un juez federal prohibió el uso de gases químicos, balas de goma y otros elementos agresivos a la policía para contener las manifestaciones, “La amenaza a la seguridad física y la libertad de expresión supera la amenaza a la propiedad”, escribió el juez de Distrito del país vecino, R. Brooke Jackson, quien agregó que el Departamento de Policía de la ciudad había “fallado en su deber de cuidar a los suyos”.

Con esa misma perspectiva la canciller alemana, Ángela Merkel, se refirió al asesinato de Floyd como “terrible” y “racista”. “Sabemos algo de racismo aquí, y tenemos mucho que hacer al respecto. Me gustaría decirlo claramente”.

Reconocer la existencia del problema es el primer paso encaminado a resolverlo y por ende es vital reconocer que en México hay todos los días actos de abuso por parte de los cuerpos de Policía. Pretender defender su actuación con evidencias tan obvias como las que vemos en estos días es contraproducente. No podemos olvidar que el famoso caso del profesor Radilla, desaparecido por las fuerzas del orden, fue una muerte que marcó un parteaguas en las reformas jurídicas que han permitido la expansión del régimen de libertades en este país.

Pongamos atención a que una vez más se trata del respeto a la vida y la dignidad de lo que hablamos. Aquí, la práctica de la extorsión policiaca está tan extendida como las prácticas racistas en la nación vecina y  llega la hora de poner sobre la mesa acciones para corregirlas.

El núcleo moral de las protestas viene de la larga lista de abusos acumulados y se reduce a una simple demanda: las personas quieren vivir en libertad, sin el miedo de ser sujetos del abuso por los agentes cuando tengan un encuentro fortuito con ellos.

Como lo afirmó Martin Luther King. “La verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión; es la presencia de la justicia”. Ese es el tema; el resto es distracción. Proponer soluciones de fondo es la mejor forma de honrar a George Floyd y a Giovanni López.
 

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