Miércoles, 24 de Abril 2024

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De patos y escopetas

Por: Diego Petersen

De patos y escopetas

De patos y escopetas

Una de las grandes cualidades de los políticos es la pérdida de miedo al ridículo, o quizá sea solo la certeza de que se puede decir cualquier cosa sin que ello tenga realmente efectos sobre su carrera política; lo importante es estar cerca del que decide, quedar bien con el de arriba, aunque para ello haya que hacer o decir algunas cosas que rayen en lo absurdo.

Ricardo Monreal, el líder de Morena en el Senado de la República, se distinguió el primer año del gobierno de López Obrador por jugar un papel de mediador entre la oposición y el Ejecutivo federal.

Su posición en el Senado, donde Morena no tiene mayoría calificada, le permitió ser un factor de equilibrio, un juego que por supuesto nada gustaba al presidente. Comenzó la guerra interna y el senador sintió el frío, la lejanía de la estima presidencial. En busca del amor de quien todo lo decide, desde hace poco más de un año a la fecha Monreal se ha convertido en el operador más servil de la presidencia en el Senado.

Según el senador, el presidente resiste “embates de diferentes actores políticos de oposición e incluso de los órganos autónomos”. Interesante que use la palabra “embates”, más cuando habla de actores de la oposición, pues ello equivale a decir que el equipo de futbol contrario es desleal porque ataca y trata de meter gol. Eso sucede en cualquier democracia, es lo que hacían ellos cuando eran oposición, pero no deja de llamar la atención que el mensaje una y otra vez es que la democracia no solo les estorba, sino que la ven como una afrenta personal.

Más patético y preocupante es que el senador Monreal se sume al coro contra los organismos autónomos, así en genérico.

Más patético y preocupante es que el senador Monreal se sume al coro contra los organismos autónomos, así en genérico. Si son órganos de Estado con autonomía es justamente para que el gobierno en turno, el que sea, no éste en particular, no pueda, en un arranque de conveniencia política, tomar decisiones que vayan en contra de los intereses que se consideran de Estado. Por ejemplo, que el presidente se meta en las elecciones o pretenda cambiar con leyes generales asuntos que son constitucionales.

No deja de ser curioso que, después de todos los embates del presidente contra los organismos autónomos, ahora venga el senador Monreal a decir que son éstos, cuyo poder es acotado y su margen de acción específico y limitado, los que atacan al presidente (la eterna víctima), el poder más importante, de este país, el jefe del Estado y del gobierno.

Acusar a los patos de tirarle a las escopetas resulta tan ridículo como preocupante, más viniendo de quien desde el Senado ha encabezado una serie de legislaciones no solo mal hechas sino muchas de ellas anticonstitucionales.
 

diego.petersen@informador.com.mx

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