Hace algunos años, a Alejandra y a su hermana su mamá las ingresó a un centro de rehabilitación cuando aún no habían cumplido la mayoría de edad. Ellas no tomaban o consumían alguna droga, ni siquiera habían probado el cigarro, pero según lo que los encargados del mismo le dijeron a su mamá, en el “anexo” les ayudarían a quitarles lo rebelde.Ella recuerda que en ese lugar no había control alguno, ingresaban a cualquier joven sin ningún filtro de salud o similar. Convivían en el mismo sitio tanto ellas como jóvenes que incluso se hallaban en un estado de falta de conciencia por las afectaciones de las sustancias, y pese a que lo “vendían” como un espacio donde hombres y mujeres eran atendidos por separado, esto en la realidad no ocurría."Dormíamos unas ocho personas en un cuarto de tres por tres, no teníamos nada de actividades físicas ni de ningún otro tipo. Había ratas, nos daban puras verduras con agua, cuando nos tocaba bañarnos lo hacíamos con agua fría. Había una chava que ya no reaccionaba, la tenían nada más encerrada en un cuarto, encadenada, nadie la visitaba ni nada, como que la habían abandonado, pero se rumoraba que la tenían ahí solo para tener relaciones sexuales con ella", contó Alejandra.No recibieron en ningún momento algún plan especializado para "tratarles lo rebelde" y solo las llevaban a las mismas charlas donde las personas con alcoholismo tomaban su “terapia”. Si se negaban las hacían dormir paradas. Como pudieron convencieron a su mamá de sacarlas de ahí. Parecía como si el aprendizaje viniera más del "portarse bien" para no regresar a ese peligroso lugar que de lo ahí habían vivido.Con José, quien estuvo en un espacio similar hace no más de cuatro años, ocurrió exactamente lo mismo. A él además lo tenían incomunicado, nadie podía ni siquiera visitarlo ni se daba información a la familia sobre su estado. Para huir del lugar aprovechó un día que lo llevaron a pedir dinero a un mercado de la ciudad (obligado por el albergue), tomó un taxi y fue a pedirle ayuda a su hermana para que lo resguardara.La historia de estas hermanas y de José dejan de manifiesto que el tema no es nuevo. La falta de regulación de los albergues tiene años de rezago: la Norma Nacional 028 que los regula data de 2009, y según coincidió esta semana el titular del Centro Estatal Contra las Adicciones en Jalisco (CECAJ), Pedro Briones, es necesario y urgente que esta sea reformada.Los hechos, que cada vez son más frecuentes, lo confirman. Tan solo esta semana en un albergue clandestino de La Cofradía en Tlaquepaque, seis personas fueron asesinadas; y solo un día después se dio a conocer que en un albergue de Tonalá una menor fue quemada viva. En mayo al menos dos hombres que se hallaban internados en distintos albergues murieron "en situaciones extrañas" y a historia que se repite una y otra vez.En Jalisco hay solo 16 albergues que cuentan con todos y cada uno de los requisitos de los tres niveles de Gobierno para operar. 16 de 390 que han sido identificados en un censo reciente, aunque se desconoce cuántos centros como el de La Cofradía hay por ahí "escondidos de la autoridad", pero a todas luces de vecinos.Con "estrategias" ortodoxas y poco confiables los encargados de este tipo de centros irregulares buscan cómo entretener a los internos mientras reciben el dinero de los familiares, aprovechándose en muchas ocasiones de su desconocimiento. Esto sin contar, como en el caso del hermano de Alejandra, que a los "menos graves" los obligan a pedir dinero en las calles para obtener más recursos, mientras a ellos los alimentan a medias y ni siquiera se encargan de sus artículos personales, como pasta y cepillo de dientes, desodorante, o papel de baño."En el lugar nos decían que diéramos las gracias de que no nos pegaban como en otros lugares. A mi mamá le decían que sí a todo lo que decía, que podían ayudarnos con ayuda psicológica a tener un mejor comportamiento, pero solo lo decían por sacarle el dinero", contó Alejandra.¿Cuántas más tragedias deben pasar que nos pongan en el ojo internacional para que las autoridades hagan su trabajo, reformen y regulen lo que está mal? ¿Cuántas personas deben ser lastimadas o incluso morir para que situaciones como las que ocurren en este tipo de centros cambie y las personas realmente reciban un trato digno de salud con apego a sus derechos humanos?