Sábado, 04 de Mayo 2024

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Cuidar la Constitución

Por: Diego Petersen

Cuidar la Constitución

Cuidar la Constitución

A la Constitución hay que agradecerle algo más que un puente cada año. Finalmente, ese documento tan manoseado, y a veces tan despreciado por el poder en turno, es el que mantiene unida a la nación, el equilibrio entre poderes y el que nos garantiza nuestros derechos como ciudadanos.

Nada les da tanto placer a los políticos como meterle mano a la Constitución. Presumen los cambios en los informes como los grandes logros y los tienen en sus egotecas como trofeos de cacería. Se habla de los presidentes reformadores, de quién logró más reformas constitucionales como si fuera el marcador final de un sexenio.

Pero el mayor riesgo no está solo en el afán reformador sino en querer adecuar la Constitución a una forma de ver el país. Los presidentes neoliberales, como les llama de forma por demás simplista López Obrador, hicieron reformas que efectivamente le quitaron al Estado atribuciones para dejarlas en manos de la sociedad. A pesar de que los candados para las reformas constitucionales son bastante fuertes (dos terceras partes de ambas cámaras más la mitad de uno de los congresos estatales) y que la Corte, que tiene las facultades de tribunal Constitucional, puede -como ha hecho en algunas pocas ocasiones- echar para atrás una reforma si la considera que va contra el espíritu de la carta magna, cada sexenio hay montones de cambios y, efectivamente la mayor parte de ellos en los últimos seis sexenios: la era reformista comenzó con De la Madrid, que hizo 66 cambios a la Constitución; Zedillo 55; Salinas 77; Fox 31; Calderón 110 y Peña se voló la barda con 147. Un promedio de 13 cambios por año. En los 102 años, que hoy se cumplen, de existencia del documento solo 22 de los 136 artículos se mantienen intactos.

Nada les da tanto placer a los políticos como meterle mano a la Constitución. Presumen los cambios en los informes como los grandes logros 

Ahora Andrés Manuel quiere no solo echar para atrás esas reformas, algunas muy cuestionables sin duda, sino que quiere adecuar la Constitución no solo a su forma de ver el mundo sino a sus necesidades de ejercicio del poder. La lógica es muy simple: si la Constitución impide el desarrollo del proyecto del pueblo, pues la cambiamos. El ejemplo más claro y grave es la guardia nacional, y apenas llevamos 65 días de Gobierno.

Lo mejor que podemos hacer para honrar la Constitución, de la que la mayoría de los ciudadanos nos acordamos solo cada año, y de preferencia con un coco en la mano, es evitar que se personalice. Son los presidentes los que se deben someter al mandato de constitucional y no la Constitución a los caprichos de cada presidente.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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