Sábado, 20 de Abril 2024

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Construir la esperanza

Por: Guillermo Dellamary

Construir la esperanza

Construir la esperanza

Es un hecho que el género humano no vive encerrado en repetir sus mismos errores y quedarse atrapado en un pasado negativo y con una visión futura pesimista.  Cada día tenemos la opción de crear un nuevo destino, de sembrar nuevas semillas, de corregir las fallas y de mejorar.

Es un ejercicio de la conciencia que, como muchas disciplinas, tenemos que practicarlo con constancia y asiduidad.  Es importante sembrar los gérmenes de una nueva visión para la humanidad, teniendo claro conocimiento del pasado y abrir nuestra inteligencia para diseñar una mejor manera de hacer las cosas.

Esto es parte fundamental de la educación para las nuevas generaciones.  Y en estas primeras dos decenas de este tercer milenio nos hemos de dar a la enorme tarea de unirnos para edificar esa nueva visión que queremos.

Por ello nos hemos aliado a las propuestas filosóficas de Edgar Morin, sobre la educación y de ahí partir para un mayor ensamblaje de la tarea común que nos espera.

El filósofo nos invita a reflexionar de esta manera: “El siglo XX ha dejado como herencia en el ocaso, contracorrientes regeneradoras.  A menudo, en la historia, corrientes dominantes han suscitado contracorrientes que pueden desarrollarse y cambiar el curso de los acontecimientos”.

Es decir, que ante nuestros errores y tendencias destructivas, surge también una manera de corregirlos y de reconstruir creando.

Así, por ejemplo: Ante las catástrofes que el hombre está ocasionando a la naturaleza con nuestros hábitos técnico /industriales, surge todo un movimiento ecologista y de cuidado del ambiente con características muy esperanzadoras. Al igual que en vez de estar enfrascados en un mundo material donde lo cuantitativo parece dominar, aparece la importancia de la calidad, en especial la calidad de vida.

El empeño por vivir en una vida fútil, superficial, consumista, utilitaria, frívola y plena de ocio, surge una propuesta de más cultura, amor a las artes, a encontrar más pasión y a salir en busca de lo trascendente y espiritual que existe en este planeta.

En vez de seguir atrapados en las adicciones y vivir en una pasividad rodeada de entretenimientos que no aportan nada más que diversión transitoria, surgen multitud de propuestas de actividad física, deportiva, yoga y de acciones al aire libre que nos rescatan de vivir encarcelados en espacios cerrados y mirando pantallas.

Buscar mucho más allá, que sólo obtener placeres, entretenimientos y, en fin, conseguir un beneficio inmediato a base de alimentar el egoísmo.  Frente a esto nacen nuevas tendencias a valorar más el altruismo, el crecimiento y la superación personal, con el fin de trasmitir mayores valores, como la tranquilidad, la alegría, el buen humor y la sabiduría.

Tenemos más esperanza de sacudirnos cualquier tiranía política o la dictadura de la Mercadotecnia, de la publicidad y la propaganda. Y a dejar de ser esclavos del dinero y de la demagogia y los extremos absolutistas.  Alejarnos del fanatismo y la radicalización de las diversas ideologías y religiones con propuestas fundamentalistas.

Y qué mejor que propiciar las propuestas que promuevan la paz, la no violencia y así asegurarnos de que exista tolerancia sin discriminación y eliminar la persecución a las minorías y a las diferencias de cualquier tipo.

La esperanza se edifica y construye en solidaridad y responsabilidad colectiva. Un planeta mejor con un género humano más creativo y amante del bien.
 

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