Pues sí: aquí nos tocó vivir…Hay cosas en la vida -y en el futbol, por ende- que ocasionalmente pueden acomodarse al gusto. Otras, en cambio, simplemente tienen que asumirse. Son inevitables. Por ejemplo, la participación de la Selección Mexicana en la flamante Liga de las Naciones -versión tercermundista de la que se realiza en Europa-, y, más concretamente, la necesidad de jugar partidos como el de hoy en el Estadio Azteca, con Panamá como adversario… sin que haya, al menos, el atractivo de que ganarlo inspire a los narradores para encaramarse, presurosos, al carro de los vencedores y proclamar, eufóricos, en primera persona, como si ellos mismos hubieran sido protagonistas de la victoria, “¡Nos vamos al Mundial, nos vamos al Mundial…!”.Ecuánime -ese es su talante y esa ha sido su línea desde que asumió el mando del “Tri”-, Gerardo Martino ha tomado las cosas con filosofía. No se trata de desgarrarse las vestiduras porque compromisos como el de referencia -obligatorios, inevitables, valga la reiteración- no resultan tan atractivos como los enfrentamientos con rivales de primer nivel. Aunque, por otra parte, no implican el riesgo de que haya desencantos y lamentos como los vertidos hace poco, cuando Argentina fue el sinodal… y los resultados (derrota por 4-0) los que constan en actas.En el entendido, pues, de que México tiene la obligación -o punto menos- de resolver compromisos como el de esta noche con la victoria, la consigna consiste en tomar las cosas con seriedad; en respetar al adversario; en poner la mayor aplicación y el mayor esfuerzo para mantener la línea futbolística que el técnico trata de imponer.Que jugadores como Araujo o Salcedo, que ante Argentina sacaron notas reprobatorias, demuestren haber aprendido la lección; que otros, como Córdova, que el viernes pasado, ante Bermudas, quedó a deber, trate de hacer progresos; que algunos más, como Macías, Antuna y Herrera, que se retrataron en el marcador, porfíen para seguir en esa línea….Y que, por otra parte, la Federación aproveche para tomar las medidas conducentes al efecto de que los aficionados entiendan que la campaña contra ciertas malas costumbres -los gritos a los porteros en los saques de meta- van en serio, lo mismo si se emiten con intenciones homofóbicas que si quieren ser simples “puntadas” que ya han ido demasiado lejos y dejaron de ser graciosas desde hace rato.