Miércoles, 24 de Abril 2024

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¿Con quién gobernará Aristóteles?

Por: Jorge O. Navarro

¿Con quién gobernará Aristóteles?

¿Con quién gobernará Aristóteles?

Primero fue el titular de Salud, Antonio Cruces Mada. Ahora es el fiscal Eduardo Almaguer Ramírez. Son los primeros en el gabinete jalisciense que dejan el cargo para irse al proceso electoral 2018. Obviamente, en puerta está el secretario de Desarrollo e Integración Social, Miguel Castro Reynoso.

No discuto si tienen muchas, regulares o escasas posibilidades de ganar un cargo de elección. El punto es que se van.

De Cruces Mada, quien deja una secretaría en la que el mismo gobernador Aristóteles Sandoval Díaz reconoce deficiencias en abasto de medicamentos y atención a la ciudadanía, se sabe que quiere ser candidato a la presidencia de Zapopan.

Almaguer Ramírez puede ser candidato a la alcaldía de Guadalajara o a la gubernatura o a cualquier otro cargo ejecutivo… pero cargará indudablemente con la percepción de inseguridad que hoy por hoy, está vigente entre la mayoría de jaliscienses.

Castro Reynoso no ha dejado espacio para la especulación: quiere ser candidato a la presidencia municipal de Guadalajara. Entre los tres mencionados es el que tiene menos negativos. En lugar de encargarse del galimatías que es el sistema sanitario o enfrentarse al azote de la criminalidad, encabeza programas de apoyo a sectores desfavorecidos y a la juventud estudiantil. La de Desarrollo Social es la secretaría de “cara bonita” en el gobierno.

Pero los casos de Cruces Mada y Almaguer Ramírez, junto con Castro Reynoso, son apenas los primeros en una gran baraja de funcionarios que, menos visibles y conocidos, ya tienen sus energías y concentración en las elecciones.

¿Cuántos otros secretarios del gabinete, funcionarios de primero y segundo nivel, diputados y alcaldes están concentrados en la elección? Como cada tres o seis años, la ciudadanía paga el costo.

El punto es que se van, y al separarse de sus cargos dejan a suplentes o sustitutos la responsabilidad de encabezar esfuerzos, aplicar políticas públicas, atender problemáticas que jamás terminan de corregirse.

Apelar a que los funcionarios ya mencionados u otros se queden hasta el final de su encargo y tengan un sentido de responsabilidad que evidentemente no existe, es un pecado de ingenuidad. Ni el mismo gobernador puede retener a sus colabores —él mismo procedió igual cuando siendo alcalde tapatío dejó su encargo para competir por la gubernatura—, pero sí tiene en sus manos la posibilidad de proponer una reforma para evitarlo.

Que el sistema político acate desde hace décadas un conjunto de reglas no escritas no quiere decir que sea lo correcto. Hay dos reformas que podrían proponerse y empujarse:

—El servicio civil de carrera.

—La prohibición legal de abandonar un encargo para aspirar a una candidatura.

Estas dos medidas dotarían al aparato burocrático y gubernamental de un mayor perfil técnico y, de paso, le quitaría a las competencias electorales una buena parte de la atmósfera viciada que provocan los mandones en las cúpulas de poder. La obligación de quedarse a cumplir con los encargos que ellos mismos pidieron a los votantes, daría más espacio para renovación de cuadros y permitiría, al menos en teoría, mejorar el ejercicio de gobierno.

Así que, ¿quién sigue, con quién se queda Aristóteles Sandoval a gobernar? 

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