Domingo, 19 de Octubre 2025

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La difícil presidencia

Por: Armando González Escoto

La difícil presidencia

La difícil presidencia

Cuando los aztecas capturaban a un guerrero tlaxcalteca, antes de matarlo le permitían defenderse, pero le ataban de un pie, dejándole libre el otro y los brazos. De cualquier modo, el combate era desigual. A quien ocupa el cargo de la Presidencia mexicana le dejan solamente libre un pie y le atan el otro junto con los brazos. No es una tarea fácil, sobre todo cuando vienen en tu contra todo tipo de retos normales, pero también anormales, es decir, los que nacen de la mala voluntad.

Los retos normales son la delincuencia, la maquinaria burocrática, la calidad del gabinete, las exigencias internacionales, las presiones del partido de origen, los aprietos del presupuesto, las catástrofes naturales, la herencia de pendientes, el impacto de movimientos sociales legítimamente inconformes, el cumplimiento de las promesas de campaña.

Los retos anormales vienen de una oposición infantil, deshonesta, agresiva, mentirosa y, con frecuencia, bastante bien financiada por grupos de poder que se sienten excluidos, amenazados o simplemente resentidos. Con el actual apoyo de las nuevas tecnologías digitales, la inteligencia artificial y la perversa, se dan a la tarea de estar todo el tiempo sembrando dudas, sospechas, enredos, escándalos y cuanto abone para generar inestabilidad y golpeteo, cargándole el muerto del sexenio anterior a la Presidenta y la factura final a todo el país.

Otro frente igualmente difícil es el representado por los hijos de adopción, es decir, todo el conjunto presentable o impresentable de funcionarios heredados por el anterior Gobierno al actual, y que han constituido un grupo que al principio creyó que sería único y dominante, y en la medida que esta percepción se fue debilitando, fortaleció el golpeteo y también un alto grado de exposición a ser exhibidos, olvidando lo que un político neoliberal sostenía: el funcionario debe ser como el elefante: patas gruesas, orejas muy grandes, trompa larga y, por supuesto, una cola muy, muy corta. Y es ahí, en el asunto de la cola, donde casi nadie puede cumplir.

No obstante estas luchas internas y externas, debemos admitir que hasta el momento presente los indicadores macroeconómicos se mantienen estables. El porcentaje de endeudamiento con relación al PIB anda en torno al 52%, mientras que en Francia es del 114% y en Estados Unidos del 120.79%. México sigue siendo la segunda economía de América Latina y, lo que es de mayor mérito, ha sabido lidiar con la política agresiva, cambiante e invasiva del presidente Trump y sus manejos arancelarios.

En este campo ya sabemos que las relaciones entre México y Estados Unidos siempre exigen saber comer basura sin hacer gestos, morderse la lengua tan constantemente que hay que tener repuestos, aceptar una paliza y presentarse ante el público sin alteraciones de ningún tipo, porque a la parte débil de una relación lo que le salva es su capacidad de negociación, no la de hacer declaraciones o proferir amenazas.

¿Y la seguridad? Ese es el talón de Aquiles aquí y en Suecia. Dije bien: en Suecia, cuyo democrático Gobierno está pensando seriamente poner al Ejército en las calles para enfrentar la ola de violencia que está provocando el narcotráfico y los diversos actos delincuenciales que le siguen. Lo interesante por acá es la notable diversidad de opiniones que al respecto tienen actores sociales relevantes en los Estados más hundidos en la inseguridad, como serían Sinaloa o Michoacán, pues afirman, con discutible certeza, que más que un combate a la delincuencia lo que ocurre es una continuada lucha entre cárteles y un Gobierno que oscila entre tomar partido por uno o dejar que se peleen todos para negociar luego con el que sobreviva. ¿Quién lo puede saber?
 

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