Buscaron, caminaron, recorrieron distancias durante tres largos años. Después de la desaparición de su hijo Jonathan, de 17 años, María Guadalupe y su esposo, Pedro, fueron notificados hace apenas unos días que desde el 27 de septiembre de 2016, se encontraba en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo). Nadie les dijo nada, hasta la semana pasada.Se trata de uno de los más de 40 mil mexicanos desaparecidos, según el último conteo, porque ya no hay certeza de los datos, por parte de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas.“Jona” diagnosticado con principios de autismo, desapareció el 20 de septiembre de hace tres años en la Colonia La Higuera de Tlajomulco. Ahora se sabe que fue encontrado sin vida siete días después de la última vez que lo vieron, en las inmediaciones del camino a El Verde, muy cerca de donde vivía. María y Pedro tan religiosamente, como la connotación de sus nombres, acudían al Semefo. La respuesta era la misma cada vez, no tenían resultados.Por ser menor de edad se activó la Alerta Amber para su caso. El 23 de septiembre de 2016 les tomaron las primeras muestras de ADN, mismas que se perdieron. Tres meses después les hicieron la segunda muestra. El dictamen de genética arrojó positivo el 3 de enero de 2019. Nadie notificó a los padres sobre el resultado, incluso en marzo pasado ellos acudieron a las instalaciones forenses y, de nuevo, ningún trabajador les informó sobre las pruebas.El pasado miércoles 18 de septiembre los papás de “Jona” volvieron al Semefo y a la Fiscalía de Jalisco, hasta entonces les informaron que su hijo había sido localizado sin vida en septiembre de 2016.La tragedia, el terror, dolor e impotencia no quedan aquí. El cuerpo del joven tiene que esperar a una sepultura digna por lo menos una semana más porque la funcionaria encargada de hacer el trámite está de vacaciones.El dictamen sobre la muerte de “Jona” es un misterio, no hay fotos ni datos que lleven a la certeza de las causas que la originaron. Se sabe de la existencia de una autopsia, igual de efímera e irresponsable, ligera, como ha sido, hasta el momento, la respuesta de todo el aparato gubernamental -de ésta y la anterior administración estatal- para atender a todas las víctimas relacionadas con las personas desaparecidas en Jalisco.¿Por qué las autoridades siguen ignorando casos como el de María y Pedro? ¿Por qué no se dan cuenta de que lo que han hecho no ha sido ni es suficiente?La falta de respeto al dolor y angustia de los protagonistas de esta historia que me compartió mi compañero reportero Román Ortega, hace que la misma pregunta que nos repetimos desde más de 10 años se me ancle en la cabeza: ¿cuántos más? ¿Cuántos más iguales que “Jona”?
